La Salerito, de las mieles del éxito al olvido

Antonia Martínez Burruezo, más conocida como La Salerito, fue una cantante caravaqueña  que saboreó las mieles del éxito a principios del siglo XX. Nació en Caravaca  el 23 de julio de 1881. Decidió trasladarse a Madrid persiguiendo el sueño de convertirse en una estrella y lo logró.

Precisamente en la capital española consiguió un contrato para actuar en el Petit Palais en la compañía Rafael Arcos, y comenzó a cultivar el cuplé y el flamenco. Más tarde, su carrera artística la llevaría a triunfar en  Andalucía, pasando por Sevilla,  por el Teatro Mora de Huelva y por el Salón Venus de Gibraltar. Asimismo, grabó una serie de canciones para Columbia, como Canción Canaria, Garrotín y las Cartageneras y Murcianas.

 

La artista caravaqueña no se limitó solo a la Península Ibérica, sino que viajó a América Latina donde recibió el cariño y el fervor del público. En 1911 actuó en La Habana en los teatros Variedades y Actualidades. Además, actuó en México, Venezuela y Brasil, entre otras naciones de Hispanoamérica. Siguiendo con su paso por el extranjero, hay que subrayar sus actuaciones en Portugal, especialmente en el Salón Trinidad de Lisboa.

Tras cosechar éxitos y buenas críticas en el continente americano, regresó a su pueblo natal para realizar el 15 de agosto de 1911 una actuación en el Teatro Thuiller a beneficio de la Santísima Vera Cruz. Su trayectoria artística recorrió el territorio nacional: en el Salón Novedades en Valencia, en el Teatro Principal de Castellón y en el Teatro Gayarre de Barcelona, entre otros.

Por otro lado, la Salerito estrenó su faceta de empresaria abriendo un café teatro en Melilla en la década de los años veinte. Sin embargo, aquella aventura acabó en un rotundo fracaso cuando su negocio se incendió por un accidente. A esto hay que añadir que la Salerito fue acusada de robarle un collar a una artista con la que compartía cartel en un teatro de Oran. Finalmente, esta acusación se debía a una venganza personal y la artista fue puesta en libertad.

Con el paso de los años, el esplendor de la Salerito se quedó en el olvido, y del furor del éxito descendió a los infiernos.  El 30 de agosto de 1959, el periódico ABC informaba que la caravaqueña falleció a los 78 años de edad en la pobreza. El mismo diario decía que Sara Montiel estaba organizando una función en beneficio de la artista murciana.

Fuentes:

www.regmurcia.com/

latribunadelnoroeste.wordpress.com/

hemeroteca.abc.es/

El escritor caravaqueño Miguel Espinosa

Miguel Espinosa Gironés es un escritor poco conocido por el gran público, pero sí reconocido por la crítica y el mundo académico. Muchas de sus obras se publicaron años después de ser escritas; algunas, incluso, de forma póstuma.

Miguel Espinosa está considerado uno de los grandes escritores murcianos del siglo XX.

Espinosa se da a conocer al gran público a raíz de la publicación, en 1974, de la que es considerada su mejor y más importante obra, Escuela de Mandarines, con la que ganó el Premio Ciudad de Barcelona.

Miguel Espinosa Gironés nace en la localidad murciana de Caravaca de la Cruz el día 4 de octubre de 1926, en el seno de una familia acomodada, compuesta por el matrimonio de Juan Espinosa Dato y Maravillas Gironés Robles. La casa en la que nace el escritor se encuentra enclavada en la proximidad de conventos fundados por Santa Teresa de Jesús y San Juan de Ávila respectivamente, autores que Miguel Espinosa leerá desde joven y que no dejarán de tener su impronta en la futura obra del escritor.

Comienza a realizar estudios elementales en un colegio de Caravaca, donde pronto sobresale por su inusitada inteligencia. Cuando en octubre de 1935 su familia  se traslada a Murcia, Miguel se incorpora al colegio de los Maristas, institución que deberá abandonar durante los años de Guerra Civil para volver a incorporarse, finalizada ya la contienda.

En 1943 tiene lugar un acontecimiento que cambiará su situación drásticamente, fallece su padre y con ello la familia queda económicamente desamparada, por lo que Espinosa se ve obligado a hacerse cargo de las representaciones comerciales del padre.

Miguel Espinosa ya sentía por esta época una creciente vocación literaria que comienza a plasmar en el papel al tiempo que trabaja en los negocios paternos.

En 1944 finaliza el Bachillerato y emprende la carrera de Derecho en la Universidad de Murcia, donde pronto adquirirá fama de alumno rebelde.

 

El 3 de noviembre de 1951 contrae matrimonio con Teresa Artero Aréu, joven aprendiz de modista que había conocido tiempo antes y con la que tendrá dos hijos: Juan y Maravillas.

Por esta época ya había escrito Espinosa algunos ensayos y la novela Prometeo encadenado, y en 1954 decide comenzar a escribir la primera versión de la que sería su obra más emblemática, Escuela de Mandarines, que tras diversas versiones y revisiones sería publicada en 1974.

 

El año que comenzaba a escribir la novela, Espinosa conoce en el Café Santos a la que fue su musa de inspiración, una joven estudiante de químicas llamada Mercedes Rodríguez García, que encarnará a diversos personajes femeninos de su obra, entre ellos el de la mítica Azenaia Parzenós de Escuela de Mandarines.

Etapa madrileña

Mientras redondea la primera versión de Escuela de Mandarines, Espinosa se embarca en otros trabajos, como Reflexiones sobre Norteamérica, que sale a la luz en 1957, año en el que  agobiado por las estrecheces económicas de su familia decide trasladarse a Madrid en 1961 en busca de mejor fortuna. Allí trabaja Espinosa en empresas de exportación que irán recuperando su maltrecha economía, simultáneamente a que también entra en contacto con intelectuales de referencia en la época como Enrique Tierno Galván, Ridruejo, Aranguren, etc., aunque pronto se alejará de ellos y de todo el ámbito artístico e intelectual.

En su etapa madrileña, Espinosa continúa escribiendo y construye dos nuevas obras: Asklepios, que permanecerá inédita hasta 1985, y Forma y revelación del mundo (Filosofía de elucidaciones).

Una vez que su economía ya se encuentra restablecida pide traslado a Murcia en 1964 donde comienzan los mejores años de la vida del carismático escritor.

Regreso a Murcia

En esta nueva y feliz etapa de su vida, Miguel Espinosa escribe la tercera y definitiva versión de Escuela de Mandarines, al tiempo que va abandonando los negocios de exportación por la asesoría jurídica, lo que le deja mayor porción de tiempo a su verdadera vocación, la escritura.

Con Escuela de mandarines finalmente terminada, Espinosa, no sin dificultades, consigue que la editorial barcelonesa Libros de la Frontera se la publique en 1974. Decisión de la que no se arrepentiría la vacilante editorial, ya que la novela un año después será premiada con el Premio Ciudad de Barcelona.

En 1980 publica Espinosa La Tríbada falsaria, primera parte de lo que sería su libro Tríbada. Theologiae Tractatus, propiciando un gran revuelo en Murcia, parejo a la gran estima literaria con la que sería acogida la obra.

El 1 de abril de 1982 fallecía Miguel Espinosa víctima de un infarto de miocardio.

Galardones

  • Premio Ciudad de Barcelona (1975).

Obra

  • Las Grandes Etapas de la Historia Americana (Bosquejo de una Morfología de la Historia Política Norteamericana), (1957), reeditado como Reflexiones sobre Norteamérica
  • Escuela de Mandarine] (1974, Premio Ciudad de Barcelona).
  • La tríbada falsaria (publicado en 1980).

Obra póstuma

  • La tríbada confusa (publicado en 1984).
  • Tríbada. Theologiae Tractatus, (publicado en 1987, edición conjunta de La tríbada falsaria y La tríbada confusa).
  • Asklepios, el último griego (publicado en 1985).
  • La fea burguesía (publicado en 1990).
  • Canciones y decires (publicado en 2004).
  • Historia del Eremita (publicado en 2012). Alfaqueque Ediciones.

 

Fuentes:

www.es.wikipedia.org

www.miguelespinosagirones.es

www.regmurcia.com

www.elpais.com

www.laopiniondemurcia.es

 

La cantante Mari Trini

María Trinidad Pérez de Miravete-Mille y Pascual del Riquelme, que es como en realidad se llamada la conocida cantante Mari Trini, nació en Murcia un 12 de julio de 1947.

Junto a Cecilia y María Ostiz forma el trío de grandes mujeres compositoras de nuestra música. De este trío de damas, Mari Trini fue la que más tiempo extendió su carrera y la que más discos vendió. Las tres guardaron celosamente sus vidas y expusieron a los cuatro vientos unas obras sensibles, liberadoras, hijas de su tiempo y llenas de calidad.

A principios de la década de los 50 se traslada a Madrid con su familia, en la que no existía tradición artística, e inicia sus estudios primarios en un colegio religioso, estudios que se verán interrumpidos y transformados casi en un monólogo cuando a los siete años contrae una nefritis crónica (inflamación del riñón), que la va a mantener largas temporadas en cama y sin salir de casa. Esa enfermedad va a moldear su carácter, va a deformar ligeramente su rostro y va a cincelar su música. “¿Quién no escribió un poema, huyendo de la soledad? ¿Quién a los quince años no dejó su cuerpo abrazar?, cantaría más tarde en una de sus canciones más conocidas.

Los años de enfermedad y convalecencia le enseñaron a tocar la guitarra que le regaló su padre, a leer todo lo que caía en sus manos y a escribir primero, poesía; luego, canciones. No es de extrañar que cuando en 1962 es dada definitivamente de alta, quiera conocer la noche madrileña y ver y oír todo lo que antes no pudo. Uno de los locales de moda en Madrid, cerca de la Avenida de América, era el Nichas, propiedad del director cinematográfico Nicholas Ray. El director inglés se fijó en aquel gorrión tímido de ojos grandes y la convenció para marchar a Londres en 1963 y estudiar allí arte dramático. Pero su camino no era ese y al año siguiente llegó a París con su guitarra por todo capital y dispuesta a aprender de primera mano de los grandes cantautores franceses. Quería ser una nueva Juliette Greco, musa del existencialismo francés; sin embargo, su vida y su obra tendrían más del frágil y atormentado ruiseñor llamado Edith Piaff.

En la Ciudad Luz se ve impactada por Gilbert Becaud, Jacques Brel  -memorable fue interpretación de «Ne me quitte pas», Hughes Aufray, Leo Ferré y tantos otros. Mari Trini comienza un meritoriaje que la llevaría a grabar varios EP en francés. En 1968 fallece su padre y regresa a Madrid, precedida ya de una cierta fama musical. Con ella viaja Claudette Lanza, que será su pareja durante cuarenta años en una relación nunca reconocida del todo por la artista, que siempre se refirió a ella como secretaria o amiga.

Mari Trini fue una cantante y compositora que gozó de enorme popularidad y éxito comercial en España e Hispanoamérica durante las décadas de 1970 y 1980. Vendió más de diez millones de discos, por lo que fue galardonada con un Disco multidiamante en 2005, y en el mismo año fue homenajeada por la SGAE en reconocimiento a su larga carrera. La cantautora  ingresó como socia en la SGAE el 23 de octubre de 1967 con el número 23.875 y a lo largo de su carrera llegó a registrar 186 obras con éxitos como “Amores”, “Yo no soy esa” o “Una estrella en mi jardín”, llegando a realizar 25 discos.

Mari Trini vivió casi siempre en Madrid, aunque se instaló en Sant Pol de Mar durante algún tiempo, en la comarca del Maresme, a orillas del Mediterráneo.

Últimos años

El 8 de marzo de 2008, con motivo del Día de la Mujer, recibió el premio «Lucha por la Igualdad» concedido por la Comunidad Autónoma de Murcia, donde había nacido, «por retratar a través de sus melodías las carencias, problemas y desigualdades de la mujer«; fue uno de los últimos actos públicos a los que asistió. ​

Mari Trini vivió el último año de su vida en una urbanización de las afueras de Murcia, componiendo, escribiendo y preparando un concierto de despedida. No pudo cumplir este objetivo a causa de su fallecimiento, acaecido la noche del 6 de abril de 2009 a los 61 años de edad, en el Hospital Universitario Morales Meseguer de la capital murciana, debido a un agravamiento de la enfermedad que padecía (cáncer de pulmón), diagnosticado un año antes. ​ Le sobreviven su madre y tres hermanos, y su secretaria y su confidente durante más de cuarenta años, Claudette. ​

Trayectoria artística

Inicios: Londres y París

Contaba con quince años cuando conoció en Madrid a Nicholas Ray, director de películas míticas de Hollywood como Rebelde sin causa y que en 1961-63 residió en España rodando las superproducciones Rey de reyes y 55 días en Pekín. Ray se convirtió en su representante y la convenció para viajar a Londres, con el objetivo de prepararse para rodar una película, aunque ésta no llegó a realizarse. Allí Mari Trini permaneció un año, estudiando con Peter Ustinov y participando en algunos programas de radio gracias a los cuales conoció personalmente a grandes estrellas del cine y la música, como Roman Polanski, Paul Mc Cartney, James Mason y Marlene Dietrich.

Más tarde, y con la aprobación de Nicholas Ray, Mari Trini se trasladó a París, donde grabó sus primeras canciones en francés. Fueron doce, que se publicaron en tres EP (álbumes de corta duración). Después de permanecer cinco años en Francia, ​Mari Trini regresó a España para continuar su carrera musical.

Despegue en Madrid

Grabó su primer disco en español con la discográfica RCA; en él cantaba temas de otros autores, como Luis Eduardo Aute y Patxi Andión, además de algunos compuestos por ella misma. Sin embargo es con su siguiente disco, Amores, grabado en 1970, con el que se dará realmente a conocer y con el que obtendrá un gran éxito. En este disco, el primero que graba con la discográfica Hispavox, se revela como excelente compositora además de intérprete, arropada por Waldo de los Ríos y Rafael Trabucchelli. Es la época en la que triunfa la factoría de cantantes procedentes del llamado «sonido Torrelaguna». En él, además de la canción que da título al disco, se encuentran temas como «Un hombre marchó», «Mañana», «Cuando me acaricias» o «Vals de otoño», ya clásicos en la carrera de Mari Trini.

«Yo no soy esa»

Su siguiente álbum, Escúchame, incluyendo canciones como «Yo no soy esa» o «Yo confieso», conoce similar impacto que el anterior y confirma a Mari Trini como una de las cantautoras más importantes de habla hispana. La canción «Yo no soy esa» es posiblemente la que mejor define la personalidad de Mari Trini y el mensaje que quería transmitir: que las mujeres deben ser libres para ser y actuar al margen de las normas, y que no deben supeditarse a los deseos y expectativas de los hombres. El título «Yo no soy esa» es revelador porque cita (y rebate) otra canción: «Yo soy esa», tema clásico del género de la copla (cantado por, entre otras, Isabel Pantoja) cuya letra alude a una mujer utilizada por los hombres.

Durante los años siguientes, Mari Trini compagina sus actuaciones en directo por todo el país con nuevas grabaciones discográficas. Ventanas, ¿Quién? (que incluye el clásico «Ne me quitte pas»), Transparencias o Como el rocío son álbumes en los que la artista confirma su personal estilo. Continua grabando canciones francesas y adaptaciones a dicho idioma de sus propias canciones, gracias a lo cual es invitada repetidas veces al programa Domino de Guy Lux, en la televisión gala.

En la segunda mitad de la década de los setenta, Mari Trini comienza a acercarse más a los planteamientos musicales del pop del momento. Con sus discos Solo para ti y A mi aire, la artista ofrece una nueva imagen renovada, tanto en lo personal como en lo musical, al incorporar novedosos y arriesgados arreglos a sus composiciones. El álbum A mi aire incluye la controvertida canción «Ayúdala», alusiva a una relación triangular y que se utilizó como sintonía en una exitosa telenovela en Hispanoamérica.

«Otra» Mari Trini

Los años 1980 comienzan para Mari Trini con la publicación de su disco Oraciones de amor, al que seguirá un año más tarde otro álbum que alcanza enorme éxito comercial y popular: Una estrella en mi jardín. La canción que da título al mismo se convierte en un clásico instantáneo, y sigue siendo tan popular que en 2012 fue empleada en un spot televisivo. Otro tema destacable del mismo disco es «Hablando sola».

En 1984 Mari Trini sorprendió con unas fotografías de desnudo en la revista Interviú, con las que quiso romper una inmerecida imagen de mujer áspera y sin sensualidad, prejuicio por el que incluso era parodiada por humoristas. Debido a su aspecto sobrio, totalmente opuesto a la moda del destape, se había dicho que Mari Trini ocultaba su cuerpo porque no se sentía atractiva o incluso porque padecía cojera, cuestiones que desmintió y de las que bromeó en entrevistas con María Teresa Campos y Pedro Ruiz. Su aparición en Interviú rompió con el tópico de una Mari Trini gris, causó sensación y coincidió con un cambio en su vestuario: la cantautora feminista empezaba a lucir escotes pronunciados y tejidos con reveladoras transparencias.

En el mismo año 84 Mari Trini publica dos discos: Diario de una mujer, repleto de grandes canciones, y Mari Trini, titulado en México como Mari Trini Interpreta Grandes Autores Mexicanos. Este fue un álbum de homenaje a la canción mexicana, en donde destacan: «Contigo aprendi», «Échame a mí la culpa», «Fallaste corazón», «No», «Farolito», «Noche de ronda», «El jinete», «Cuando vuelva a tu lado» y «La media vuelta». En este álbum, ella hace una transformación del bolero y la canción ranchera a balada de vanguardia, con su particular estilo. A finales de este año realiza un gran concierto en el Teatro Salamanca de Madrid del que se extraerá un doble disco en directo y que será emitido por televisión.

Ruptura con Hispavox

En la segunda mitad de los años ochenta grabó dos nuevos trabajos: Quién me venderá y En tu piel. Supusieron el final de casi veinte años de colaboración entre Mari Trini y la discográfica Hispavox; una ruptura que (según ella contó) se debió a divergencias creativas y fue en términos amistosos. Años después, Mari Trini e Hispavox volverían a colaborar.

A principios de los noventa Mari Trini grabó con una discográfica independiente un nuevo disco, Espejismos, en el que combinaba canciones de corte más clásico con otras con claras influencias rock. Mari Trini recibió un premio en Miami por la canción «Tuya», incluida en este álbum. En este tiempo trató de recuperar espacio en el mercado español, incluso conectando con radiofórmulas de nuevo cuño como Cadena Dial, pero parecía claro que no encajaba en los nuevos gustos predominantes. A pesar de ello, en 1993 Hispavox reunió sus mayores éxitos en el nuevo formato CD: fue el recopilatorio Mari Trini-Sus grandes éxitos, que la cantante apoyó, retomando la colaboración con su antigua compañía discográfica.

En 1995 Mari Trini publicó con la firma Divucsa su nuevo disco Sin barreras, en el que volvió a grabar cuatro de sus grandes éxitos, además de ofrecer nueve temas nuevos, con diversas influencias musicales, como salsa, rock, e incluso blues. Un año más tarde aparece su disco Alas de cristal, grabado bajo la dirección musical de Josep Mas «Kitflus», tras la publicación del cual recibe un premio de la SGAE como reconocimiento a su carrera.

Último trabajo

El último trabajo de la artista, grabado con el trío Los Panchos, se vio envuelto en controversia y Mari Trini llegó a declarar que había sido estafada. El disco había sido publicado con gran éxito (por la firma Ventura Discos S.L.) a finales de 2001, obteniendo el disco de oro por sus rápidas ventas en España, pero sorpresivamente las unidades que quedaban en venta se retiraron de los comercios, acaso porque la compañía discográfica cayó en quiebra. El álbum era un doble CD con 23 canciones: Mari Trini había compuesto doce, y las once restantes eran éxitos de Los Panchos, que Mari Trini compartía con la voz de Rafael Basurto, la última voz viva de Los Panchos originales.

Diversos problemas contractuales con su casa discográfica y algunos problemas de salud mantuvieron a Mari Trini alejada del mundo de la música durante algún tiempo. A finales de 2005, y gracias a un nuevo acuerdo entre la cantante e Hispavox, se publicó un doble disco recopilatorio y un DVD, que ella promocionó de manera entusiasta con diversas entrevistas. También entonces Mari Trini recibió un gran homenaje en el cual la SGAE le concedía un Disco de Multidiamante por haber vendido más de diez millones de discos a lo largo de su carrera.

Discografía

  • Mari Trini (1969)
  • Amores (1970)
  • Escúchame (1971)
  • Ventanas (1973)
  • L’automne (1973)
  • ¿Quién? (1974)
  • Canta en francés (1975)
  • Transparencias (1975)
  • Como el rocío (1976)
  • El tiempo y yo (1977)
  • Solo para ti (1978)
  • Ayúdala (1978)
  • A mi aire (1979)
  • Oraciones de amor (1981)
  • Una estrella en mi jardín (1982)
  • Mari Trini (Editado en México como Mari Trini interpreta grandes autores mexicanos) (1984)
  • Diario de una mujer (1984)
  • En vivo (1985)
  • Quién me venderá (1986)
  • En tu piel (1987)
  • Espejismos (1990)
  • Sus grandes éxitos (1993)
  • Sin barreras (1995)
  • Alas de cristal (1996)
  • Mari Trini con los Panchos (2001)
  • Su último lanzamiento fue un doble disco recopilatorio y un vídeo en 2005. Ese mismo año la Sociedad General de Autores de España (SGAE) rindió homenaje a la cantante por su extensa trayectoria.

Fuentes:

www.maritrini.net

www.es.wikipedia.org

www.elpaís.com

www.laverdad.es

www.abc.es

www.regmurcia.com

www.europapress.es

www.rtve.es

www.medlineplus.gov

www.lavozdigital.es

www.lafonoteca.net

Caravaca vista por un inglés: El viaje de Sir Mark Sykes en 1911

Os dejamos aquí un interesante artículo del archivero municipal Francisco Fernández sobre cómo un inglés, acaso uno de los primeros turistas,  vio a comienzos de siglo nuestra ciudad.

Sir Mark Sykes fue un militar y diplomático inglés, que adquirió notoriedad en los años finales de la Primera Guerra Mundial gracias a las misiones que llevó a cabo para el Ministerio de Relaciones Exteriores británico en Oriente Medio y que culminaron en el controvertido acuerdo entre el Reino Unido y Francia para repartirse el territorio tras la derrota del ejército otomano, conocido con los apellidos de los representantes de ambos gobiernos: Sykes-Picot. Con anterioridad a este suceso, Sykes había viajado en varias ocasiones por Oriente Medio y Turquía convirtiéndose en experto conocedor de la zona, lo que le valió ser nombrado embajador honorario en Constantinopla. No obstante, su gran afición fue la escritura, llegando a publicar varios libros, entre los que destacan los referidos a sus viajes: “Cinco provincias turcas”, “El hogar del Islam” y “El último patrimonio de los califas”. Murió en 1919, a los 39 años, víctima de la epidemia de gripe española, poco después de concluir la guerra cuando se encontraba en París participando en las negociaciones del armisticio.

Algún tiempo después, en 1923, otro aristócrata y diplomático inglés Sir John Randolph Leslie, más conocido como Shane Leslie, publicó una biografía de este personaje, en la que incluyó parte de su correspondencia personal así como otros documentos inéditos. Entre otros asuntos, el libro recoge su sorprendente viaje por España en 1911, año en que fue elegido miembro del Parlamento, llamando la curiosidad tanto por los lugares visitados como por el itinerario que siguió.

Según relata el propio Sykes en una carta dirigida a su esposa el 28 de febrero de ese año incluida en este libro, su llegada a nuestro país tuvo lugar en Cartagena, donde desembarcó procedente de Orán, con la intención de visitar Murcia, Cáceres, Sevilla, Córdoba, Granada, Madrid y Burgos. De aquí marchó a Murcia, donde tras permanecer algunos días se dirigió a nuestra ciudad en carro ya que, con buen criterio, no se fió de la proposición del guía que había contratado de alquilar 3 caballos al precio de 50 francos diarios cada uno.

A diferencia de su pésima opinión sobre los españoles a los que califica de tontos, vanidosos, estúpidos, orgullosos y perezosos, entre otras lindezas, Sykes se sorprendió gratamente del carácter y costumbres de los murcianos y aunque encontró nefastas algunas como el regateo, el desinterés, el desconocimiento de idiomas extranjeros, el uso excesivo del aceite de oliva, la falta de mantequilla o la poca calidad del tabaco, su valoración general resultó positiva, considerándolos “gente realmente buena”, a pesar de sus aciagas experiencias tanto con el referido guía, del que se libró en cuanto pudo, como con el posadero, que le estafó 200 francos, justificando sus convecinos sus malas prácticas por ser ambos “catalanes y anticlericales”. Lo que no pasó inadvertido a su experta mirada fue la presencia en nuestros antepasados de ciertas características y rasgos árabes: “obviamente los murcianos son árabes, más árabes que los argelinos”, lo que explica debido a mezcla de los musulmanes obligados a convertirse para no ser expulsados con la población cristiana. En cambio, lo que no resultó ser de su agradó fue la ciudad, de la que dice que “no es bonita ni tiene buenos edificios”.

Ultimados los preparativos, se puso en marcha en dirección a nuestra ciudad realizando escala en Mula donde debió cambiar el carro por burros ya que indica que las últimas 25 millas (poco más de 40 kilómetros) las hizo montado en uno de ellos. Continuó atravesando Bullas y Cehegín, “cruzando colinas boscosas” y “pasando casas de campo con extraordinarios jardines silvestres” hasta que por fin llegó a Caravaca, donde permaneció una jornada, durante la cual visitó el castillo y adoró la Cruz, describiendo con detalle las circunstancias en que se produjo. Tras pernoctar, pero sin apenas descanso por los constantes tañidos de las campanas, Sykes formó una nueva caravana contratando los servicios de 2 arrieros, 2 burros y 2 caballos, reemprendiendo la marcha en dirección a Yeste donde fue sorprendido por una tormenta que le hizo enfermar. Previamente había pasado por el Sabinar, lugar que describe como “mucho más pobre que la mayoría de los pueblos árabes, pero más limpio”.  El texto completo de su estancia en nuestra ciudad es el siguiente (agradezco a José Costa Sánchez, profesor del IES San Juan de la Cruz, su traducción, ya que el libro no se ha editado nunca en nuestro país): “Mi viaje continuó. Fuimos de Mula a Bullas y de Bullas a Cehegín, y de Cehegín a este lugar, cruzando colinas boscosas, pasando casas de campo con extraordinarios jardines silvestres y árboles, y cada dos horas atravesando un pueblo del tamaño aproximado de Driffield, no demasiado pintorescos. Todos tienen una iglesia, ciertamente hermosa por el efecto lumínico del interior, y poco más. Cabalgamos sobre asnos durante veinticinco millas. Aquí en Caravaca hay alrededor de 30.000 habitantes. Dicen que nunca antes habían visto a un inglés. Hay un castillo morisco en lo alto de la colina a la que subí: un viejo sacerdote y tres policías y una horda de chiquillos estaban ante la puerta de una extraordinaria capilla de mármol rojo en medio de las ruinas del castillo. Entré, y como hice una genuflexión el viejo sacerdote me miró con mucha curiosidad. Al poco rato me hizo una señal para que me acercara al Altar, cosa que hice; se puso por encima un sobrepelliz, un chiquillo hizo sonar una campana y todos se arremolinaron en las barandillas. Fui conducido hasta los escalones del Altar, el viejo sacerdote se arrodilló, el chiquillo tocó la campana, el sacerdote abrió el Sagrario, el chiquillo volvió a tocar la campana, el sacerdote sacó un paño de color púrpura y se arrodilló, el chiquillo volvió a tocar la campana; entonces el sacerdote abrió el paño y se produjo una especie de resplandor de luz, diamantes, rubíes, zafiros, y ópalos -una cruz de cerca de seis pulgadas de largo. Hoc est lígnum crucis, dijo el sacerdote, y me la dio a besar, y luego a los chiquillos y a los policías. Esta es una famosa reliquia, y se llama la Cruz de Caravaca. Anoche apenas dormí por culpa de las campanas. Ya no puedo seguir escribiendo- Termino.”

 

Fuente: elnoroestedigital.com

El origen del teatro en Caravaca

Teatro decimonónico en Caravaca de la Cruz

El gusto por el teatro de los caravaqueños es proverbial y viene de antiguo, prueba de ello es que al menos desde 1581, está documentado, que el Corpus se celebraba con representaciones teatrales religiosas; teatro de calle que se mantendría durante todo el siglo XVII.  Algo más tarde, en torno a 1656, sabemos de la existencia de una ermita dedicada a N.S. del Buen Suceso y ligado a ella, un patio de comedias cuya recaudación le quedaba destinada.

Además del Patio de Comedias del Buen Suceso, a partir del siglo XVIII se representaban piezas en la Plaza Mayor, siempre con motivo de algún suceso importante vinculado a la población.  En Caravaca actuaron cómicos de Murcia y compañías de farsantes o comedias, en 1769, 1797 y 1771. Pero hasta  mediados del siglo XIX no se construye un teatro moderno acorde con la importancia de Caravaca. Se encomendaron sus obras a Alejandro López y los decorados pictóricos al sardo Enrique D¿Almont que además asumió su dirección. El edificio se dio oficialmente por terminado el 3 de mayo de 1847 inaugurándose con una obra de teatro esa misma noche.  La inversión superó los 60.000 reales.Un cuarto de siglo después hubo que reparar el desgastado mobiliario y se repuso la decoración. Fue el momento en el que el Ayuntamiento decidió ceder el local de manera gratuita a las compañías de aficionados.

El Diario de Murcia no precisa qué compañía era la que actuaba en Caravaca allá por 1881 con motivo de las fiestas de la Cruz.  Sabemos que en octubre actuaba en la localidad la compañía dirigida por Ricardo Simo, que procedía de Águilas. Pero al año siguiente fue una compañía de zarzuela que estaba actuando en Cartagena con gran éxito la que visitó la población. Era su principal protagonista el tenor cómico murciano Pablo López. En el verano de 1889 el teatro local vio en su escena la zarzuela «Clotilde» del autor Abelardo Rodríguez y música del pianista Nogueras que, a decir del comentarista de prensa, «estuvo animada y graciosa».

Dos acontecimientos teatrales tuvieron lugar en 1892. En marzo se representaba en Los Royos el clásico de Zorrilla «Don Juan Tenorio», curiosamente fuera de temporada y meses después pasaba por Caravaca la compañía infantil de zarzuela del colegio cartagenero Progreso y Porvenir de la Infancia, que actuaba bajo la dirección de Vicente Fuster.

En muchas localidades había algún grupo de teatro compuesto por aficionados; también en Caravaca y en 1893 pusieron en escena dos obras en la noche del día del Corpus: «La cruz del matrimonio» y «El loco de la buhardilla». Algunos de sus componentes eran: «Encarnación Calzada, señora Torrecilla, señores López Melgares, Pérez Miravete, etc». La función se clausuró con la actuación de un sexteto dirigido por Alfonso García de Murcia.

Las ordenanzas municipales dedicaron varios artículos al comportamiento cívico de los ciudadanos en el teatro, en 1895. El objetivo era lograr que un sector de público demasiado vehemente guardara la compostura precisa durante las representaciones. En cuanto a las actuaciones, aquel mismo año volvió una compañía de zarzuela ya conocida en Caravaca que, bajo la dirección de Pablo López, andaba de gira por Cartagena, Almería y Albacete, todo un auténtico lujo.

La Compañía Gorgé y Grajales ponía en escena con motivo de los festejos de la feria de septiembre en 1898, dos zarzuelas. El año había comenzado con una función a beneficio de la asociación procesionista de los blancos a cargo de una compañía local de aficionados dirigida por Vicente de la Torre. La siguiente referencia hallada es de tres años después, es decir, de 1901 y el momento, las fiestas de la Cruz, pero el precio excesivo de las entradas provocó, al parecer, un fracaso de público; otro tanto le sucedió a la compañía de zarzuela que en octubre visitó la localidad. Pero en 1902 fue una compañía cómica la que pisó escenario en Caravaca con Espantaleón al frente. También se representaron obras de teatro en el Salón Novedades, desde 1909 y en el Salón Teatro del Casino, en 1911.

Escenario del teatro Thuillier en 1906

La compañía de Emilio Thuillier

La compañía dramática del malagueño Emilio Thuillier Marin visitó Caravaca en 1903 y alcanzó tal éxito que se decidió poner su nombre al teatro.  Por cierto, el cuarto teatro data de 1926 y se trata del Gran Teatro Cinema que, como su nombre indica, nació más orientado al séptimo arte que a las representaciones escénicas.  A pesar de ello, para todo se empleaba y prueba de ello es que la Compañía de zarzuela Galván-Andreu, de reconocido prestigio en la Región, visitó Caravaca en octubre de 1905 y cosechó en ella un nuevo éxito.  En la feria de 1910 pasarían por el teatro una docena de obras diferentes, destacando las de los hermanos Álvarez Quintero. En 1914 triunfó en el Teatro Thuillier  la Compañía de zarzuela dirigida por Pascual Gregori y Mateo J. Nogueras.

 

Dando un considerable salto en el tiempo, cabe mencionar que en 1925 se celebró una función benéfica a beneficio de la Santa Cruz.  La Compañía era de aficionados locales y pusieron en escena una comedia de los hermanos Álvarez Quintero titulada «Doña Clarines» además del juguete cómico «Lola, Lolilla, Lolita y Lolo». Actuaron Julia y Pepita Martínez Carrasco, José Melgares Alfonso, Carmen Celdrán y Andrés Piqueras y las hermanas Bolt, entre otros. Meses después, los caravaqueños disfrutaban con la comedia de los hermanos Álvarez Quintero titulada «El genio alegre».  Benizar dispuso del Teatro de la Infancia desde 1926. En cuanto a obras y autores, reseñar la existencia de un monólogo dramático escrito en 1918 por J. José Ibáñez, titulado «La hija del emigrante».

Fuente: www.regmurcia.com

 

ORÍGENES DEL FÚTBOL EN CARAVACA DE LA CRUZ

El  Noroeste fue una de las últimas comarcas de la Región de Murcia en las que se desarrolló la práctica del fútbol. Las malas comunicaciones de la época impidieron que este deporte, que a finales del siglo XIX ya se conocía en el Alto Guadalentín, no se popularizara en localidades como Caravaca de la Cruz, Cehegín o Calasparra hasta la década de 1920.

Cabe suponer que en Caravaca durante los primeros años de esta década, los jóvenes organizaban partidos de fútbol entre ellos, y que con el paso del tiempo, los jugadores más destacados constituyeron un equipo representativo de la localidad, al que denominaron Caravaca Football Club, para enfrentarse a clubes de otras poblaciones.

 

Primeros datos

La primera referencia sobre un partido disputado por el Caravaca se remonta al 15 de abril de 1923 cuando el equipo de esta localidad se enfrentó al Cieza. A partir de entonces la pasión por el fútbol creció de forma desmesurada. El Caravaca Football Club se constituye de forma oficial como sociedad deportiva el 3 de septiembre de 1924. Cuatro días más tarde se convierte en uno de los clubes fundadores de la Federación Murciana de Fútbol.

Documento de la constitución oficial del Caravaca Football Club

 

El Caravaca se inscribió para participar en la competición, pero a última hora decidió retirarse (no se sabe si por motivos económicos, o por no disponer de un terreno de juego adecuado). Durante 1925 el equipo caravaqueño disputó varios encuentros amistosos ante equipos de localidades cercanas, y otros de Murcia, pero a partir de mediados de año el interés por el fútbol descendió notablemente.

Caravaca Football Club en 1924

 

La directiva fundadora del club presenta su dimisión el 1 de julio de 1925. Una semana más tarde, un grupo de siete personas se hacen cargo del equipo, pero no logran sacarlo adelante. Es muy probable que el Caravaca Football Club desapareciera antes de finales de este año.

A partir de entonces comienza una época oscura en la historia del fútbol de Caravaca que se extenderá hasta 1931, año en el que se funda la Unión Deportiva Caravaqueña.

El primer partido

Las primeras noticias sobre la existencia de un equipo de fútbol en Caravaca de la Cruz, como ya hemos dicho, datan de 1923. En este año la prensa de la época recoge un enfrentamiento disputado en Cieza entre el Club Deportivo Cieza y el primer equipo de fútbol organizado que existió en Caravaca: el Caravaca Football Club.

El encuentro, que terminó con la victoria del equipo ciezano por 2-1, se celebró el 15 de abril ante un gran número de espectadores. El campo de fútbol no reunía los requisitos más elementales para disputar un partido de fútbol porque las medidas no eran reglamentarias y porque no existía ningún impedimento para que el público invadiera el terreno de juego. El apasionamiento de algunos de estos aficionados obligó a detener el partido en varias ocasiones y dejó para el recuerdo dos curiosas anécdotas que sirven de ejemplo para ilustrar la cultura futbolística de la época.

Jugadas polémicas

El primer tiempo acabó con empate a cero. En la segunda parte el Cieza logró el primer tanto. Poco después el árbitro del encuentro, Cesari, tuvo que tomar decisiones muy controvertidas en dos acciones en las que finalmente concedió validez a sendos goles. En una jugada de ataque del Cieza, un defensa del Caravaca se hace un pequeño lío con el balón en su área cuando trata de despejar a córner y según el criterio de los aficionados locales el balón entra en su portería, pero el árbitro no lo advierte y pita el saque de esquina. Sin embargo, ante la insistencia de los espectadores, el árbitro decide modificar su decisión y conceder el tanto.

El gol del Caravaca, logrado a falta de cinco minutos para el final, también fue conseguido de una manera muy poco ortodoxa. Un jugador caravaqueño dispara a portería, el portero despeja el balón y tras rebotar en un aficionado entra en la portería. En esta ocasión las protestas de los ciezanos (que también se quejaron de que el delantero visitante había tocado el balón con la mano) no sirvieron de nada.

Inexperiencia del Caravaca

La inexperiencia de los jugadores de Caravaca se dejó ver en algunos lances del juego, como en una acción en la que quisieron detener el partido con el balón en juego para hacer un cambio tras la lesión de un compañero, o en las jugadas de ataque del Cieza cuando los cinco delanteros caravaqueños bajaban a defender su portería, algo que sorprendió al público, pues en esta época no era habitual que los delanteros defendieran las jugadas de ataque del equipo rival.

Tras la finalización de este partido se anunció la disputa de un partido de revancha en Caravaca que tendría lugar el 6 de mayo, como un acto de las Fiestas de la Santísima y Vera Cruz. El Ayuntamiento de Caravaca se comprometió a regalar una copa de plata al vencedor. No ha sido posible saber si ese encuentro se llegó a disputar.

Fuente: www.regmurcia.com

Castillo de Poyos de Celda

La fortificación se encuentra enclavada en la pedanía caravaqueña de Los Royos, muy cerca de las llamadas Casas de La Capellanía, y sobre una estratégica elevación que controla los campos circundantes y un importante alumbramiento de agua (la fuente de La Capellanía).

 

Su acontecer histórico

Los orígenes del castillo se remontan a época islámica, al igual que un relevante poblamiento asociado a la fortificación, que se sitúa en la fachada oeste del cerro. Incluso algunos autores han identificado estos restos monumentales con el castillo de Yayttilla, mencionado por el geógrafo musulmán al-Udri a mediados del siglo XI. No obstante, es ya en época cristiana, a partir de la segunda mitad del siglo XIII, cuando las noticias referentes al castillo comienzan a ser más reveladoras. Gracias a ellas sabemos su final dependencia de la Orden de Santiago y su probable abandono y destrucción hacia el siglo XVI.

 

 

En la actualidad, podemos contemplar las ruinas de una fortificación adaptada a la cumbre del cerro, con planta casi rectangular y flanqueada por seis torreones bien distribuidos y adosados a sus lados mayores (los situados al oeste son los peores conservados), con unas dimensiones medias de unos 55 m. en sentido norte sur y 20 m. de este a oeste, en cuyo interior se conservan aún varios aljibes. Hacia la ladera oriental se situó el poblamiento, cuyos restos son apenas perceptibles. Todas estas estructuras constructivas se encuentran declaradas BIC.

 

Excavado un pequeño sector exterior en la mitad meridional, los muros relevaron estar enlucidos y surgió un pequeño acceso en parte tallado en la roca. En su interior, hacia el sector sureste, se encuentran varios aljibes, de los cuales uno aún conserva bien su bóveda de medio cañón. Mientras, por el norte, parece que hacia el exterior, se le adosó otro recinto fortificado, de mucha menor entidad, que quizá sirviese como redil o pequeño albacar.

 

 

Los muros de la fortaleza fueron construidos mediante tapiales, utilizando, junto a la argamasa de cal, piedras de gruesa factura, lo que ha contribuido también al mal estado de conservación que presenta en la actualidad.

 

 

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LA OVEJA SEGUREÑA

Coincidiendo con la Feria de Caravaca que se celebra esta semana, dedicaremos el blog de hoy a una raza autóctona: la oveja segureña.

Este tipo de ovejas deben su nombre a la Sierra y al río llamados Segura, y comprende animales de formas alargadas y tamaño medio, con vellón de lana entrefina, sin cuernos tanto el macho como la hembra, que se explotan principalmente para la producción de carne, proporcionando corderos de alta calidad, con elevados rendimientos en el matadero.

Los censos de la raza Segureña se cifran actualmente en torno a 1.250.000 cabezas repartidas fundamentalmente en la zona de confluencia comprendida entre las provincias de Jaén, Granada, Almería, Murcia y Albacete.

A pesar de la importancia de esta raza ovina autóctona no es hasta hace bien poco, en el año 1978, cuando los ejemplares de esta raza dejan de estar incluidos dentro de los de la raza Manchega en los censos oficiales y cuando se establece el Registro Especial y se crea la Asociación Nacional de Criadores de Oveja Segureña (ANCOS) que vela por la pureza de la raza.

Sin embargo y a pesar de la situación aparentemente favorable, sobre esta raza, al igual que sobre otras razas autóctonas españolas, se cierne un futuro incierto debido a la exigencia de los mercados de corderos cada vez más precoces y mejor adaptados a su crianza en cebaderos, lo que está desplazando la producción tradicional hacia sistemas más intensivos y menos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.

De este modo, y de no cambiar la tendencia, las ovejas Segureñas, de elevada rusticidad y perfecta adaptación al medio en el que viven, pronto dejaran de vagar por nuestras cañadas, sembrados y rastrojos en busca siempre de los mejores pastos.

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