CRUZ DE CARAVACA EN LA NECROPOLIS DE LA ERMITA STA. CLARA – PTO. STA. MARIA (CÁDIZ)

La Cruz de Caravaca en el Puerto de Santa María (Cádiz)

Las excavaciones llevadas a cabo en la necrópolis de la ermita de Santa Clara (Puerto de Santa María, Cádiz), muestran el conocimiento y fe profesada a la Cruz de Caravaca, en lugares tan lejanos de la Región de Murcia como es el caso de esta localidad gaditana.

La susodicha necrópolis pertenece a un antiguo cementerio del siglo XV que estuvo en uso hasta los primeros años del siglo XIX. En dichas excavaciones se han encontrado unas 300 tumbas, en las que se han hallado réplicas de la Sta. y Vera Cruz de Caravaca en colgantes y rosarios. Se barajan varias hipótesis respecto a la presencia de estas Cruces de Caravaca en tierras gaditanas. La primera es que frailes franciscanos y jesuitas, que previamente habían pasado por Caravaca, fallecieron en su peregrinar hacia el Nuevo Mundo y fueron enterrados en el puerto de Santa María, que en aquella época era precisamente la puerta de salida hacia América. Otra posibilidad de la presencia de la Vera Cruz en Cádiz pudiera deberse a la presencia de limosneros que iban pidiendo donativos para sufragar los gastos de la construcción del Santuario de la Vera Cruz de Caravaca. Ante la falta de recursos para la finalización del mismo el Ayuntamiento y la Cofradía solicitan al rey una licencia durante 8 años para pedir limosna por todas la diócesis de España. A cambio de esa limosna se entregaba una Vera Cruz. Esa licencia fue renovada en varias ocasiones hasta la conclusión de las obras. De hecho existe documentación de varias diócesis por donde pasaron los limosneros y una de ellas era Cádiz.

Dato interesante es también que el enclave donde se centran las excavaciones se encuentra en un camino de salida natural de la ciudad gaditana hacia el norte y que conectaba la ciudad con varias vías de comunicación, entre ellas una que iba directamente a Murcia.

Cada enterramiento es una biografía por descubrir, pues la costumbre de colocar una lápida con el nombre del difunto no existía en la Edad Media. Los objetos encontrados en las tumbas muestran cómo la religión tenía un peso muy importante en sus vidas y en la sociedad, y también, cómo no, cuán lejos llegaba el conocimiento de la Cruz de Caravaca.

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