Os dejamos aquí un interesante artículo del archivero municipal Francisco Fernández sobre los comienzos de la exhibición cinematográfica en Caravaca. Precisamente fue en el mes de junio de comienzos del siglo XX cuando el caravaqueño Genaro Martínez-Egea adquirió un proyector y películas en París, y las presentó en el teatro Thuillier (entonces todavía no se llamaba así).
No puedo precisar con exactitud cuándo se produjo la primera proyección cinematográfica en nuestra ciudad, aunque creo que pudo suceder tan solo un par de años después de que los hermanos Lumiere patentasen su invento. La primera sesión pública fue el 28 de diciembre de 1895 y su repercusión fue tal que rápidamente comenzó a difundirse por todos los lugares; en Murcia sin ir más lejos se presentó en 1896. A comienzos de 1897 los fotógrafos moratalleros Sandoval e hijo encargaron un proyector en Paris, cuya llegada se esperaba con impaciencia y curiosidad a mediados de marzo. La intención de estos fotógrafos no era la de establecerse en un solo lugar, sino explotarlo por toda la provincia: “Es esperado con suma curiosidad el Cinematógrafo de Lumiere que los señores Sandoval é hijo, fotógrafos de esta villa, han encargado á París para su exhibición en esta y otros puntos a pesar de los gastos que dicho aparato demanda, siendo los que implantarán en esta provincia, tan raro invento de Edison, que reproduce fielmente las escenas de la vida, como el Fonógrafo la música y el canto”. En Murcia lo exhibió en el Teatro Circo durante la feria de ese año, por lo que no es de extrañar que, dada la proximidad de Caravaca y las relaciones comerciales que Máximo Sandoval tenía con nuestra ciudad, a donde se desplazaba periódicamente para realizar fotografías llegando incluso a instalar ocasionalmente su estudio, presentase aquí también “su notable adelanto” durante 1897, sobre todo teniendo en cuento que desde mediados de septiembre se contaba con luz eléctrica. Sin embargo, no nos ha quedado testimonio de ello, ni tampoco de otras sesiones posteriores hasta que el caravaqueño Genaro Martínez-Egea adquirió un proyector y películas en París, presentándolas en nuestro teatro (todavía no se llamaba Thuillier) el 28 de junio de 1901. Martínez-Egea dirigía una sociedad de la que formaba parte también su hermano y en la que se había integrado asimismo el industrial José María García para esta ocasión. Inicialmente fijaron su presentación para las fiestas de mayo, pero ciertos imprevistos hicieron que tuviera que retrasase hasta finales de junio. La tecnología del nuevo proyector, “que reúne todos los adelantos que en esta clase de aparatos se han introducido hasta el día, con cintas fotograficas que son una auténtica maravilla”, hizo que las sesiones alcanzaran gran éxito prorrogándose hasta mediados de julio, en que se trasladó a Torrevieja para su explotación durante el verano. Toda la prensa local, Caravaca contaba en aquella época con dos periódicos, reflejó la admiración del público, sorprendido por su originalidad y perfección. En la edición de “El Siglo Nuevo” de 30 junio de 1901 aparece así reseñado: “Los cuadros, que por su luz, por la fijeza de sus imágenes, y por sus novedades agradaron al público, que era bastante numeroso, y entre aplausos y aclamaciones tuvieron que repetirse algunos números”. Más crítico se mostró el otro periódico, “La Luz de la Comarca”, advirtiendo de los inconvenientes de proyectar cierto tipo de películas: “Con una regular concurrencia anoche se celebró en nuestro teatro la función de cinematógrafo anunciada previamente, habiéndose exhibido una serie de cuadros de excelente efecto, que llamaron la atención del público, el cual hizo repetir bastantes números. Nuestra enhorabuena a los Señores D. Genaro Martínez y D. José María García, por su acierto en la elección, recomendándoles se concreten en exponer únicamente aquellos cuadros en que no se ofenda a la moral, pues otra cosa sería ahuyentar la parte sana del público con pérdida de sus propios intereses”.
Este mismo año de 1901 los caravaqueños pudieron disfrutar nuevamente del cine durante la feria, pero no en el teatro, donde estaba actuando una compañía de zarzuela, sino en un barracón ambulante, tal y como fue en sus orígenes: “hay también cinematógrafo, vistas, fenómenos y titirimundis, es decir varios espectáculos al alcance de todas las fortuna”.
El éxito del este nuevo espectáculo fue arrollador, imponiéndose en todos los lugares donde se presentaba, por lo que empezó a ser habitual su inclusión en la programación de los teatros y demás salas públicas. Sin embargo, en Caravaca apenas encontramos noticias hasta la llegada del Cinematógrafo Olimpia en el verano de 1907, que suscitó una gran expectación ya que al parecer hacía bastante tiempo que no se ofrecían distracciones de este tipo. Eso al menos se deduce del comentario aparecido en “El Siglo Nuevo” de 4 de agosto de dicho año: “Esperamos que el público ha de favorecer este espectáculo harto tiempo deseado en Caravaca”, en ese mismo ejemplar incluía cumplida información del espectáculo ofertado: “En la próxima semana comenzará a funcionar un magnífico cinematógrafo en el Teatro Thuillier de esta ciudad, que seguramente ha de llamar la atención del público. Su dueño, nuestro antiguo amigo don Pedro Gil, se propone presentar una magnífica colección de películas de gran tamaño, extensión y de un efecto sorprendente que harán desfilar por nuestro bonito coliseo a todo este vecindario”.
La presentación en nuestra ciudad del “magnífico Cinematógrafo Olimpia” se produjo el viernes 9 de agosto, programándose tres sesiones diarias, a las 9, 10 y 11 de la noche. El éxito fue total: “Todos los cuadros presentados fueron del agrado del público, el cual pasó un rato muy agradable, presenciando un espectáculo tan bonito. El señor Gil, dueño del cinematógrafo, se propone no presentar más que aquellas películas cuyos asuntos no ofendan a la moral, y este es un precedente para que los padres de familia lleven a sus hijas sin escrúpulos de ninguna especie”. Pasada la novedad de la primera semana, las proyecciones continuaron con notable afluencia de espectadores, “tanto, que algunas secciones se cuentan por llenos completos”, aunque también comenzaron a parecer los primeros comentarios negativos, no referidos a la calidad de las películas o del proyector, sino a la debilidad del suministro eléctrico: “las películas presentadas hasta ahora son muy bonitas, habiendo gustado mucho. Lástima que al aparato de proyección no pueda dársele toda la intensidad necesaria, para que los cuadros resultasen con más claridad y por tanto de mayor efecto lumínico. Pero este defecto no es causa del aparato del señor Gil, y sí de la fábrica que suministra el fluido eléctrico que no puede ceder más cantidad”.
Para incrementar la atención del público, a comienzos de septiembre el empresario introdujo una importante novedad, consistiendo en incorporar “como número final de cada sección” una actuación musical a cargo de “afamadas coupletistas”, pasando a ser dos las sesiones diarias. Las primeras en actuar fueron las conocidas “Hermanas Lulú”, directamente traídas del Salón Actualidades, en la madrileña calle de Alcalá. También esta modalidad de programación satisfizo al público, que continuó asistiendo al local, más atraídos por las actuaciones musicales que por las películas: “Todas las noches concurre bastante público a las dos secciones para admirar la gracia y desenvoltura de las hermanas Lulú, que están haciendo verdaderos prodigios de arte. Felicitamos al señor Gil y al público inteligente que sabe apreciar lo que vale”.
El Cinematógrafo Olimpia continuó sus exhibiciones hasta la feria de octubre, comenzando a continuación una gira por diversos lugares: “Las novedades que presente el señor Gil, serán conocidas también en estos pueblos comarcanos, donde pasará algunas temporadas”. Su vacante en el teatro fue ocupada por la prestigiosa Compañía Lírica dirigida por Cesar Muro, que deleitó al público caravaqueño con su repertorio de zarzuelas y comedias musicales.
Las siguientes noticias que conozco están fechadas en septiembre de 1908, aludiendo al éxito obtenido por las películas proyectadas: “El sábado también hubo función, gustando mucho las cintas y muy especialmente la que lleva por título <<Los piratas o la novia del marino>>, que entusiasmó vivamente al público” y en mayo de 1909, en que “teniendo que reanudarse las secciones cinematográficas del Teatro Thuillier y en vista del poquísimo fluido con que contaba” se adquirió “una magnífica dinamo suficiente no solo para iluminar el teatro, sino también las calles próximas a él”.
Fuente: www.elnoroestedigital.com