El Tío de la Pita

El Tío de la Pita

Mucho se ha escrito de los gigantes de Caravaca de la Cruz, pero no tanto del acompañamiento musical de éstos, el Tío de la Pita y su inseparable tamboril, personajes que hacen su aparición en vísperas de la festividad de San Marcos evangelista (25 de abril). La tarde, por tanto, del 24 se apean del coche de línea -en tiempos lo hizo en tren y hasta en coche de caballos-, actualmente en la plaza de Paco Pim, y a los sones de los archiconocidos “Serafina” y “Ora pro nobis” recorren la Gran Vía acompañados de una inmensa chiquillería hasta desembocar esta marea humana en la plaza del Arco donde tiene lugar el acto de bienvenida desde el balcón del Ayuntamiento. En los días siguientes el Tío de la Pita y su tamboril acompañados de cabezudos y de los gigantes de Caravaca (el Nano y la Nana, el Negro y la Negra, el Gitano y la Gitana, el Moro y la Mora, el Cristiano y la Cristiana y el gigante Tomir) recorren las calles de la ciudad haciendo las delicias de niñ@s y adult@s.

Pablo y Juan de Dios, actuales Tío de la Pita y Tamboril

Una de las cosas que llaman la atención de este personaje es su denominación “tío de la pita”. En la Región de Murcia así como en La Mancha albaceteña y conquense se le llama “pita” al instrumento, y al tocador, “tío de la pita”. La pita es un instrumento de viento-madera perteneciente a la familia del oboe, pero más corto y con algunas llaves menos que está formado por un tubo de madera troncocónico rematado en campana en la parte inferior mientras que en la parte superior -unida a la campana por un cuerpo también de madera- se le ha provisto de un alojamiento donde se encaja el tudel, pequeño tubo metálico donde va colocada la pipa o caña (elemento sonador). En otros lugares del territorio nacional recibe otros nombres: dulzaina -la denominación más generalizada-, dultzaina, gaita, gralla, chirimía…

Dulzaina con y sin llaves

La dulzaina tal como la conocemos ahora, esto es, con llaves, data de principios de siglo XX. El número de llaves ha variado mucho a lo largo de este siglo, pero lo más normal es que tengan ocho o nueve. El sonido que produce la dulzaina es agudo. Como es sabido el sonido producido por un instrumento de viento es más agudo cuanto más corto sea el tubo donde vibra la columna de aire que se encuentra en su interior y más grave cuanto más largo sea. Por eso el sonido característico de la dulzaina es agudo.

Dulzaina desde varios ángulos

El tío de la pita va acompañado habitualmente de otra persona que sigue el ritmo de la música con redobles de tambor o caja. Su sonido suele estar unido a fiestas y manifestaciones populares, especialmente desfiles y pasacalles.

Desde el siglo XVI y en los siglos XVII, XVIII y XIX hay constancia documental de la presencia de música en los festejos de Caravaca de la Cruz, y concretamente de dulzaineros. La decadencia de la festividad del Corpus va de la mano en nuestra ciudad del auge de las fiestas patronales asimilando de aquella otra los elementos más arraigados en el pueblo como son el Tío de la Pita y los Gigantes. El siglo XX se caracteriza por dos hechos que van a afectar a las fiestas patronales y consecuentemente al Tío de la Pira, a saber: el robo de la Cruz en 1934 y la guerra civil de 1936-39. En 1942 se reanudan las fiestas con el envío por parte de Roma de dos lignum crucis y el Tío de la Pita formará de nuevo parte de ellas.

Los Tíos de la Pita en el siglo XX y hasta la actualidad En una película rodada en 1924 vamos a un Tío de la Pita del que no se ha localizado ni nombre ni procedencia. De 1942 a 1947 está documentado un tal Domingo Moreno, de Alicante. De 1948 a 1969 toma el relevo José Martínez López, de Orihuela. De 1970 a 1986 será Antonio Morales Pallares acompañado al tambor por su hijo Benjamín Morales, ambos de Beniel, los que desempeñen la labor de tío de la pita y tamboril por esos años. De 1987 a 1988 se harán cargo Amador Guerrero, como dulzainero, y su hijo Francisco Javier, como tamboril. Entre 1989 y 2008 será de nuevo Benjamín Morales -aquel que acompañara a su padre como tamboril en los años 70 y parte de los 80-, esta vez como dulzainero, y sus hermanos Antonio y Rafael, como tamboriles, los que amenicen con su música a la chiquillería. Desde 2009 hasta la actualidad son Pablo Javier Sánchez Guerrero, a la dulzaina, acompañado a la caja por Juan de Dios Guerrero López, descendientes ambos de otra leyenda caravaqueña, Pablo Guerrero, “el de la banda de Pablo (de cornetas y tambores)”, los que cumplen con este cometido: el de acompañar y amenizar con sus inconfundibles sones.

Los últimos Tíos de la Pita y Tamboril

Los éxitos musicales del Tío de la Pita

De todos los temas que interpreta el Tío de la Pita destacan dos: el Serafina y el Ora pro nobis.

Ora pro nobis

Acaso este tema proceda -es una hipótesis- de la repetición de un soniquete que nuestros mayores escuchaban en su día por las calles de la ciudad los días previos a las fiestas cuando el clero local, en costumbre ya desaparecida, entonaba letanías solicitando la fertilidad de las cosechas. Los fieles respondían a la invocación con la jaculatoria ora pro nobis. Esta repetición la hacía pegadiza para los niños que emulando a los mayores la repetían a su vez.

Por cierto, es costumbre al escuchar y cantar este tema empujar al vecino de al lado permaneciendo el tronco muy recto y la cabeza erguida cual si fueran gigantes.

Os dejamos la letra que se suele cantar con este tema

Serafina

Se trata en realidad de un cuplé que formaba parte de un sainete lírico titulado “Gente Menuda”, de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez. La persona que registró en la SGAE y la SACEM entre 1911 y 1914 el sainete y el tango homónimos, Serafina la rubiales, fue Joaquín Valverde Sanjuán, más conocido como Quinito Valverde, y lo hizo con la siguiente letra que es, por tanto, la “oficial” del autor.

La partitura es la que se adjunta:

La música y letra que escuchamos en Caravaca de la Cruz es la siguiente:

Finalmente concluimos este blog de turismo con una simpática imagen de los actuales Tía de la Pita y Tamboril subidos donde habitualmente están el Nano y la Nana en el Museo de la Fiesta.

EL DÍA QUE A CARAVACA LE CAMBIARON EL NOMBRE

EL DÍA QUE A CARAVACA LE CAMBIARON EL NOMBRE

Tiempo de lectura: 3 minutos.

No crean que la ciudad de la Cruz se ha llamado siempre igual, ni siquiera en tiempos recientes. Hasta la segunda parte del siglo XX la ciudad de la Cruz se llamó simplemente Caravaca. Así podemos verlo en documentos y mapas y hasta en placas. Por ejemplo, en la calle Cuesta de la Plaza podemos ver una placa que pone “Carabaca (sic) – provincia de Murcia”. Sí, “Carabaca” con “b”.

Placa sita en la calle Cuesta de la Plaza

En el siguiente mapa que se adjunta de 1778 del Instituto Geográfico Nacional aparece solo “Caravaca”.

Instituto Geográfico Nacional, 1778.

En este otro mapa del Atlas general de España publicado por la casa editorial Bailly-Bailliere (Madrid, 1914), también aparece solo Caravaca.

Atlas general de España, 1914.

En fin, a poco que une busque encontrará documentos y documentos en los que se refieren a la ciudad solo como “Caravaca”.

La fecha del cambio de nombre de la ciudad fue el 9 de marzo de 1962, fecha en la que el Consejo de Ministros aprueba dicho cambio pasándose a denominar desde entonces “Caravaca de la Cruz”. Los trámites habían comenzado un año antes, en febrero de 1961 -siendo aprobada por unanimidad en sesión plenaria el 23 de marzo de 1961 y quedando así facultado el alcalde para iniciar la tramitación del correspondiente expediente- cuando el alcalde de la localidad, Amancio Marsilla, presentó una Moción al Ayuntamiento para el cambio de nombre y la fundamentó de esta manera:

Desde hace largo tiempo viene llegando a la Alcaldía el eco de diversos sectores de la Población referentes al deseo de que el actual nombre del Municipio sea alterado de forma tal que sin variarlo en su actual contextura quede ligado de un modo especial a la Sagrada Reliquia por la que fundamentalmente es conocido en nuestra Patria, dando así carácter formal a lo que viene siendo un hecho tradicionalmente sentido. Y como estas expresiones del vecindario son dignas de considerarse por cuanto la Santísima y Vera Cruz representa el símbolo más característico de Caravaca, es su Patrona, en su honor se celebran las Fiestas Mayores en el mes de Mayo, constituye el lazo de unión espiritual de todos los caravaqueños, siendo objeto de especial devoción durante siglos, preside las actuaciones públicas genuinamente locales, está presente en todos los hogares y es, en fin, el signo luminoso que expande su luz a todos los ámbitos de la Ciudad”.

En el cambio de nombre de la ciudad también tuvo su importancia la publicación en 1961 de la novela “Caravaca de la Cruz”, de Gregorio Javier, que tuvo gran repercusión entre sus paisanos y popularizó el nombre con el que actualmente se denomina la ciudad.

El expediente se remitió a la Director General de Administración Local del Ministerio de la Gobernación y éste a su vez lo hizo a la Real Academia de la Historia para que informase sobre la conveniencia del cambio. El dictamen de la Academia de la Historia fue negativo, comparando sarcásticamente el caso de Caravaca con el hipotético de que Zaragoza hubiese querido llamarse Zaragoza de la Venida de la Virgen en carne mortal. A pesar del dictamen negativo, el Ayuntamiento acordó oponerse al dictamen y presentar las alegaciones correspondientes ante la autoridad competente siguiendo el expediente su tramitación y siendo finalmente aprobado el cambio de nombre por el Consejo de Ministros el referido 9 de marzo de 1962, comunicándosele oficialmente al Ayuntamiento de Caravaca – a partir de entonces Caravaca de la Cruz- mediante carta del subsecretario del Ministerio de la Gobernación el 10 de abril de 1962. ¿Cuándo empezó a por primera vez a utilizarse el nuevo nombre? A partir de las fiestas patronales de ese año, 1962.