Una pequeña joya del casco antiguo de Caravaca, poco conocida para el turismo al ser eclipsada por la gran riqueza patrimonial de la Ciudad, es la iglesia parroquial del barrio de S. Francisco.
El barrio, y por tanto su parroquia reciben el nombre del santo debido a que se ubican sobre el antiguo convento y terrenos de los Monjes Franciscanos, fundación de la que hoy día sólo quedan algunas ruinas en la zona de la monumental plaza de toros.
La actual Iglesia de San Francisco era una ermita dependiente de la parroquia del Salvador, hasta que en el año 1970 la diócesis, por el crecimiento del barrio y consiguiente aumento de feligreses, la dotó de la consideración de Iglesia parroquial. Al principio fue el mismo vicario de zona, D. José Sánchez Ramos el sacerdote designado para tutelarla, hasta que fue nombrado primer párroco D. Fulgencio Bernal.
En septiembre de 1977 llegó, para sustituir a D. Fulgencio, el que hoy es uno de los curas más queridos por todos los caravaqueños: D. Alfonso Moya Fernández, que permaneció en la parroquia hasta el año 1990. A él se le debe una actividad parroquial y cristiana intensísima, que debido al origen humilde de la gente del barrio, fue vital para muchas personas que siempre le recordarán con el cariño que se le debe a quién en los momentos de dificultad está a tu lado y te ayuda de todas las formas posibles.
También se le deben varias reformas y mejoras en la iglesia, así como la construcción de los salones parroquiales anexos que tan importantes serían más tarde, con la llegada del Camino Neocatecumenal a la parroquia en 1982 y el crecimiento de feligreses exponencial que este movimiento de la Iglesia Católica trajo consigo.
A partir del año 1990 han sido muchos los sacerdotes que han ido dejando su huella en la Parroquia e Iglesia de San Francisco. A casi todos ellos de una forma u otra hay que agradecer también el actual aspecto y belleza del edificio, que aun careciendo de la historia y poso de tantas otras de Caravaca de la Cruz, luce un esplendor y atractivo que la convierten, valoraciones históricas aparte, en una de las iglesias más bonitas de la Ciudad y un lugar digno de ser visitado.
Fotos: Tomás García López:
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