1 de Septiembre de 1897: La luz eléctrica llega a Caravaca

Os dejamos aquí un interesante artículo del archivero municipal sobre la llegada de la luz eléctrica a Caravaca de la Cruz a finales del siglo XIX aparecido en la «Tribuna del Noroeste».

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La llegada de la luz eléctrica a Caravaca tuvo lugar en 1897, aunque fue fruto de un largo proceso que se desarrolló durante casi una década, la última del siglo XIX. Todo comenzó a finales de marzo de 1890 cuando varios comerciantes de la localidad mantuvieron una serie de reuniones con el ingeniero don Antonio de Béjar Ciller para que realizase un proyecto para la instalación de alumbrado eléctrico y se sustituyese el de petróleo, que era el usado en esos momentos.
El proyecto fue presentado al ayuntamiento el 20 de abril de ese año, trasladándose a los tenientes de alcalde don Jaime Iborra y don José María Rodríguez y al síndico don Antonio Giménez para que lo estudiasen e informasen del mismo. Así se mantuvo la situación durante algún tiempo, hasta que el ayuntamiento entendió las ventajas del mismo, dando paso a la larga tramitación y a los múltiples trabajos que el proyecto requería.
En su momento se creó una compañía para que se encargase de la producción de energía eléctrica y su conducción hasta las casas y calles de la ciudad. La compañía recibió el nombre de “La Electra Caravaqueña” y tenía su sede en el molino de Las Fuentes. Tras la realización de las obras pertinentes todo estuvo preparado para dar comienzo a su funcionamiento a finales del verano de 1897, siendo entonces presidente de la referida compañía el ingeniero de caminos don Antonio Faquineto, al año siguiente este cargo lo ocuparía el sacerdote don Francisco Sala. Esta empresa instaló 700 bombillas en la localidad, con un presupuesto anual de 6.000 pesetas.
El periódico local “La Luz de la Comarca” en su edición del 29 de agosto de 1897 informaba a sus lectores de la importante noticia de la siguiente manera: “Para primeros del inmediato mes de septiembre tendrá lugar la inauguración del alumbrado eléctrico en esta ciudad, según hemos oído asegurar a los Sres. del Consejo de Administración, pues solo quedan por terminar pequeños detalles, que con gran actividad se está realizando. La instalación está hecha en las mejores condiciones y, en sentir de los peritos, son pocas las que existen de esta clase, por lo cual merece la sociedad instaladora los plácemes del público”.
Inicialmente el suministro de energía eléctrica se facilitaría desde 30 minutos después de la puesta de sol hasta las 4 de la mañana del día siguiente durante los meses de octubre a marzo, ambos inclusive, y hasta las 2 de la madrugada en los restantes meses del año. Este horario fue muy criticado ya que no se entendía que si la “Electra Caravaqueña” tenía contratado el motor de sol a sol, no suministrase energía toda la noche. La crítica quedó reflejada también en la prensa local: “¿No ha tenido también presente dicha sociedad que va a dejar a oscuras la población en las noches de invierno tres horas y dos o tres en el verano y que ello se presta a favorecer la comisión de delitos? Esperamos que procurará subsanar esta deficiencia por cuanto tendría con esta medida mayor ingreso por el más crecido número de luces abonadas”.
Se instalaron lámparas incandescentes de 4 tipos: de 5, 10, 16 y bujías y el precio del abono mensual era por cada lámpara de 5 bujías 2 pesetas, de 10, 3’50 pts.; de 16, 5 pts.; y de 25, 8 pts. Los gastos de instalación corrían a cuenta del consumidor, así como los de conservación y renovación de las lámparas; por su parte, el abonado tenía derecho a exigir el suministro de fluido eléctrico, o corriente en la terminología de la época, para el buen funcionamiento de los aparatos estipulados en su contrato, pero si por accidente o causas de fuerza mayor la empresa se viera imposibilitada para producirla o llevarla al domicilio del consumidor, quedaba relevada de sus obligaciones hasta que la causa de interrupción cesase, asimismo podía cortarla para realizar los trabajos que no pudiesen efectuarse mientras hubiese fluido eléctrico.
Con todo preparado, en la media noche del 1 de septiembre se procedió a la inauguración el alumbrado público, generándose una enorme expectación entre los vecinos, que salieron a las calles para ver, nunca mejor dicho, el asombroso adelanto: “El miércoles de esta semana, a las doce y media de la noche, tuvo lugar en Caravaca, la inauguración del alumbrado eléctrico, habiendo dado un extraordinario resultado, tanto, que subrepujó las esperanzas de todos. Allí, donde el alumbrado público era tan deficiente, que siempre se hallaba la población entre tinieblas, ha sido un acontecimiento agradabilísimo, ver aparecer los focos de esta maravillosa luz, tornando la noche en claro y explendentedia. Aunque la hora no era muy ti propósito para ella, el pueblo todo esperó el momento de la inauguración aplaudiendo con entusiasmo el magnifico resultado de esta luz esplendorosa”.
La inauguración oficial de la “fábrica de luz” fue el miércoles 8 de septiembre, teniendo lugar a las 5 de la tarde la bendición de las máquinas productoras del fluido eléctrico, instaladas en la fábrica de Las Fuentes, por el cura párroco don Gregorio Martínez Urrea. Al acto asistieron “las autoridades civil, militar yeclesiástica y digna representación del sexofemenino”, así como una gran cantidad de vecinos, que estuvieron congregados esperando en las inmediaciones de la fábrica desde primeras horas de la tarde, estando siempre presente el presidente de la compañía don Antonio Faquineto que “atendió con su acostumbrada galantería y finura á cuantos le acosaban con preguntas sobre la función de los aparatos, ayudándole en esta tarea el señor Ballesteros, peritísimo en tales materias y encargado de la instalación”, intentando familiarizar a los vecinos con esta nueva energía.
La noticia apareció publicada en la prensa regional algunos días después (Las Provincias de Levante el día 13 y El Diario de Murcia el 14), dando cuenta del programa seguido a continuación: “Momentos después se puso en marcha tanmagnifica maquinaria y la luz ilumino aquellaestancia con extraordinaria intensidad. Por lanoche a las nueve se reunieron nuevamentelos invitados en el salón de sesiones delayuntamiento y en medio de los acordes de labanda de música se ilumino dicha estancia yla población en general”. Celebrada por todos, la nueva energía constituyó uno de los mayores alicientes de la feria celebrada días más tarde: “En el real de la feria lucirán las simpáticas jóvenes de esta población sus bellezas á la luz eléctrica instalada há poco, gracias á los grandes esfuerzos que hacen para favorecer en todo al pueblo, los Sres. Alcalde D. José María López Sánchez, Concejales y Secretario don Joaquín Sánchez Guerrero, en unión de los mayores contribuyentes”.
En las primeras décadas del siglo XX fueron apareciendo otras compañías eléctricas, como “La Cruz y las Maravillas”, que suministraba corriente a Caravaca y Cehegín, o “La Luz del Quipar”, que lo hacía también a las pedanías caravaqueñas además de a las dos poblaciones mencionadas.

Foto: Fabrica de la Luz de La Electra Caravaqueña (A.M.C.)

 

9 de marzo de 1962: Cambio de nombre de la ciudad

Reproducimos aquí una interesantísima entrada publicada en «Tribuna del Noroeste» por el archivero municipal Francisco Fernández García referente al cambio de nombre de la ciudad.

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El 9 de marzo de 1962 el Consejo de Ministros aprobó el cambio de nombre de nuestra ciudad, pasando a denominarse Caravaca de la Cruz. Los trámites se habían iniciado un año antes, el 13 de febrero de 1961, cuando el alcalde don Amancio Marsilla Marín presentó una Moción proponiendo “al Ayuntamiento la iniciación del oportuno expediente para que el nombre del Municipio sea en adelante Caravaca de la Cruz en vez de Caravaca”. Previamente, el 3 de enero de 1961, el ayuntamiento se había dirigido al Director del Archivo General de Simancas, solicitando información histórica para sustentar la argumentación de la solicitud.

El alcalde fundamentó la moción en que “Desde hace largo tiempo viene llegando a la Alcaldía el eco de diversos sectores se la Población referentes al deseo de que el actual nombre del Municipio sea alterado de forma tal que sin variarlo en su actual contextura quede ligado de un modo especial a la Sagrada Reliquia por la que fundamentalmente es conocido en nuestra Patria, dando así carácter formal a lo que viene siendo un hecho tradicionalmente sentido. Y como estas expresiones del vecindario son dignas de considerarse por cuanto la Santísima y Vera Cruz representa el símbolo más característico de Caravaca, es su Patrona, en su honor se celebran las Fiestas Mayores en el mes de Mayo, constituye el lazo de unión espiritual de todos los caravaqueños, siendo objeto de especial devoción durante siglos, preside las actuaciones públicas genuinamente locales, está presente en todos los hogares y es, en fin, el signo luminoso que expande su luz a todos los ámbitos de la Ciudad”, siendo aprobada por unanimidad en la sesión plenaria celebrada el 23 de marzo de 1961, considerando el “deseo del vecindario de que la Santísima y Vera Cruz, Patrona de la Ciudad, y por la que fundamentalmente es ésta conocida, quede incorporada de un modo formal al nombre de la Población”, quedando facultado el Alcalde para iniciar la tramitación del correspondiente expediente, que fue redactado por el Secretario del Ayuntamiento D. Mariano Funes Martínez, siendo asimismo suscrito por el Juez de 1ª instancia, el comandante del Guardia Civil, el párroco arcipreste de la Parroquia de El Salvador, la Hermandad de Labradores y Ganaderos, el delegado local de la Vieja Guardia de Franco, los alcaldes pedáneos de las poblaciones pertenecientes al término municipal de Caravaca, la Jefatura local del Movimiento, la Delegación comarcal de Sindicatos, la Diputación Provincial y la Junta municipal de enseñanza primaria, abriéndose un periodo de información pública “para oír a cuantas personas o Entidades deseen ser escuchadas en el expediente tramitado”.

También tuvo gran relevancia la publicación en 1961 de la novela “Caravaca de la Cruz” de Gregorio Javier, que causó gran sensación entre sus paisanos, popularizando los términos que terminarían por dar nombre a la ciudad.  El expediente, se remitió a la Director General de Administración Local del Ministerio de la Gobernación, quien a su vez lo hizo a la Real Academia de la Historia para que informase sobre la conveniencia del cambio, resultando su dictamen negativo, pues aunque reconocía la existencia de la piadosa tradición de la aparición milagrosa de la Vera Cruz desde la conquista castellana del reino musulmán de Murcia, no estimaba pertinente la modificación del topónimo porque “nada ganan las arraigadas devociones populares al incorporar su recuerdo a los nombres de los municipios”, comparando con cierto sarcasmo el caso de Caravaca con el hipotético de que Zaragoza hubiese querido llamarse Zaragoza de la Venida de la Virgen en carne mortal.

No obstante, conocido su contenido en trámite de audiencia, el ayuntamiento acordó oponerse al dictamen y presentar las correspondientes alegaciones ante el Director General de Administración Local, lo que se hizo el 20 de noviembre de 1961, en las que se afirmaba que “si el cielo quiso premiar la lealtad, el heroísmo y la fe de esta Ciudad dándole una Cruz superior a todas las cruces de la tierra, la Cruz de Caravaca, justo y razonable es también que Caravaca quiera llamarse Caravaca de la Cruz”. A petición de la referida Dirección General se adjuntó una amplia información histórica recopilada por el entonces cronista oficial de Caravaca don Manuel Guerrero Torres, en la que se incluía los dictámenes de la Sagrada Congregación de Ritos concediendo el culto de latría a la Stma. y Vera Cruz así como copia de un sello impreso en las Ordenanzas de Caravaca de 1739 en el que el escudo de la villa aparece rodeado de la leyenda “Caravaca de la Cruz”. Guerrero Torres fue públicamente felicitado por “el gran celo y dedicación que puso en su momento y los profundos conocimientos que en lo que afecta a la historia local puso igualmente de relieve”.

Pese a la oposición de la Academia, el expediente continuó su tramitación, siguiendo lo establecido en el Reglamento de Población y Demarcación Territorial de la Entidades Locales., siendo aprobado en el Consejo de Ministros el 9 de marzo de 1962, como ya queda dicho, lo que fue comunicado oficialmente al Ayuntamiento de Caravaca mediante una carta del subsecretario del Ministerio de la Gobernación el 10 de abril, siendo las Fiestas de ese año cuando por primera vez se utilizó el nuevo nombre. Concluidas estas, el Ayuntamiento comenzó a dirigirse a todas las instituciones, organizaciones, entidades y empresas para que en adelante utilizaran el nuevo nombre de Caravaca de la Cruz.

 

MARUJA GARRIDO

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En nuestra ciudad una de sus principales avenidas lleva el nombre de Maruja Garrido. ¿Saben quién es esta gran artista, ya retirada, nacida en Caravaca de la Cruz en los difíciles años cuarenta, los tiempos de la postguerra? Maruja Garrido fue la artista que transformó en su día la rumba en una fuerza de la naturaleza. De esencia flamenca, como corresponde a su herencia: su padre, El Niño de Levante, acompañaba cantando a la mismísima Carmen Amaya. Trasladada a Barcelona forma con su hermana el dúo “Las Cartageneras”, que bautizaría Juanito Valderrama. Posteriormente, ya en solitario, fue la reina del tablao Los Tarantos.

En los años 60, en el subsuelo de la entonces Plaza Real de Barcelona, los marineros americanos venían a escuchar jazz al Jamboree. En el mismo edificio, justo arriba, durante más de dos décadas erigió su templo la más racial musa de Salvador Dalí, su adorada Maruja Garrido.

En youtube circula un vídeo que deja atónito a quien lo ve: un helicóptero sobrevuela Barcelona, aterriza junto al Arc del Triomf y una racial rumbera desciende de él para cantarle ‘Es mi hombre’ al mismísimo Salvador Dalí. Se grabó en 1971, como guinda de un programa televisivo titulado ‘A la española’, dirigido por Valerio Lazarov que tuvo gran impacto internacional. He aquí el link del citado video para los que estén interesados en él: https://www.youtube.com/watch?v=5SqwNrRTet4

A continuación os dejamos aquí un interesante artículo de Fco. Fernández aparecido en El Noroeste para que conozcamos mejor a esta gran artista.

El nombre de Maruja Garrido figura por derecho propio en un lugar de privilegio en la historia de la música popular española. De los orígenes más humildes a la cumbre de la fama, todo un ejemplo de constancia y superación, que explica el éxito de una carrera basada en el trabajo, la constancia y el sacrificio, pero también en el arte, porque Maruja es artista por los 4 costados. Duende, feeling, temperamento y emoción… A Maruja Garrido la llamaron con toda razón «la voz de fuego», su personalísimo estilo rompió el panorama musical español de finales de los 60 y fue la precursora y máxima representante de lo que se vino a llamar «flamenco pop». Tras casi dos décadas de retiro Maruja Garrido ha vuelto a grabar y a subirse a los escenarios, aprovechamos la ocasión para proponerle un recorrido por su biografía que rápidamente aceptó con su habitual simpatía y amabilidad. Fruto de esa conversación es esta entrevista en la que Maruja Garrido relata su peripecia vital y artística; vivencias y anécdotas que comienzan en Caravaca en la ya lejana posguerra Nací en 1942 en Caravaca, mi padre era de Cartagena y mi madre de Caravaca. Mi padre era un cantaor buenísimo, «Niño de Levante», se vino a Barcelona de polizón y aquí conoció a los mejores cantaores. Conoció a Carmen Amaya cuando ella tenía 17 años y vivía en una barraca en la playa del Somorrostro, formaron pareja y actuaban en casas de vinos, hizo con ella la película «María de la O». Luego no sé qué pasó, creo que vino mi abuelo a buscarlo y se lo llevaron a Cartagena. Mi padre conoció a mi madre con 18 años en la Feria de Murcia y se casaron. La familia de madre era de Caravaca, mi abuelo, mi bisabuelo, ya no quedará nadie, pero preguntabas por «Antonio el gitano» y todo el mundo lo conocía.

 En aquellas fechas no pasábamos hambre. Mi abuela vivía en la Calle Canaca, un poco más arriba de la Calle Argelico, donde vivía yo. Vendía por las calles de Moratalla y de Cehegín y cuando pasaba con el carro, me acuerdo que la mula solo tenía un ojo, nos dejaba un saco de patatas, una botella de aceite, garbanzos, habichuelas… ¿Cuándo pasé hambre? Cuando mis abuelos se murieron.

Mi padre enfermó de tifus y nos fuimos a una casa por la Plaza de Toros para abajo. Tenía una habitación grandísima arriba, pero con la enfermedad, mi madre tuvo que venderla. Se fue por todos los alrededores y, arriba de la Plaza de Toros había una cueva, no tenía puerta ni nada, una cueva para los pastores que iban con las cabras y se metían dentro para que no les diera el sol, de 2 metros cuadrados. Mi madre vio aquello, cogió a los 6 hijos y nos metió en la cueva. Cuando se iba a trabajar yo me quedaba con mis hermanos, cogía el colchón y una manta, la que más picaba del mundo, sin sabanas ni nada, y me los sacaba a la replaceta que había fuera, porque creía que la cueva se iba a venir abajo y me los iba a matar. Nos poníamos en el colchón, yo sentada y ellos durmiendo, y de vez en cuando los contaba para saber si estaban todos. Cuando volví allí no veas la «panzá» de llorar que me di. Mi madre venía a las 8 o las 9 de la noche, se metía en una especie de cocina que teníamos en la puerta, cogía unos palos y hacía sopa o lo que fuera, comíamos y otra vez las 8 personas al colchón, mis padres a los lados y los 6 hijos en medio. Eso lo he vivido yo, pero te digo una cosa, si volviera a nacer, todo lo que he hecho y he pasado lo volvería a hacer.

Éramos 8 hermanos, pero se murieron 2 mellizos. Al morir mis abuelos, mi madre se bajó con sus 6 hijos a Alcantarilla, porque allí vivían sus hermanos. Estaba desesperada porque no se ganaba la vida, no había trabajo y era difícil dar a 6 hijos de comer, pero te digo una cosa, desde que eran pequeños mis hermanos saben leer y escribir; mi madre, gitana, se empeñó en que aprendieran y ¿quién aprendió tarde? Yo, porque yo los llevaba y los traía y no pude ir al colegio. Aprendí de mayor, pero como he corrido tanto mundo, he hecho carrera y carretera. No te olvides de la frase. Nos marchamos de Caravaca cuando tenía 8 años.

¿Cómo fueron tus principios en la música?

 A mi hermana pequeña, con 14 años se la llevó su novio y claro, tuvimos que ir a Madrid para casarla, registrarla es la palabra gitana. Nos fuimos en un coche malísimo, conduciendo mi padre. Se gastaron 1.000 o 2.000 pesetas de aquellas y no teníamos dinero para bajar. Yo no quería ser artista, porque creía que las artistas eran un poco golfas, pero mi padre nos ponía siempre a mi hermana y a mí a Carmen Amaya como ejemplo. Carmen era muy decente y siempre ayudó a su familia. Como no teníamos dinero para volver, mi padre se fue a la Cafetería Carretas, enfrente del Teatro Calderón, donde iban empresarios a buscar artistas y allí estaba el marido de Amalia Román, que era una bailaora de Sevilla muy buena. El tocaba la guitarra y llevaba también a un sobrino de Rafael Farina, que se llamaba «Caraestaca», un bailaor fenomenal, con una fuerza en los pies, y sordomudo, y no se iba el compás. Buscaba una niña para que bailara, que era yo, y una cantaora, que era mi hermana. Mi padre le dijo: «Mis niñas están empezando, no son artistas, pero de compás siempre han estado pasadas».
Así nos salió el primer contrato para actuar en «El Corral de la Morería». Allí empecé los primeros pasitos, sentada en el cuadro. Había unos artistas fenomenales, la primera mujer de «El Pescailla», Dolores Amaya, y Dolores de Córdoba, que era una maravilla. El cuadro es una academia, aprendes un montón, como hay tanta bailaora tienes que estar pendiente cuando cortan, cuando no y, claro, de eso se aprende mucho. A mí me contrató Amalia Román por las palmas que llevaba en el aire. Las palmas no son tan fáciles, son 3 cosas: ritmo, velocidad y compás.

Un momento clave en tu vida artística y personal fue tu llegada a Barcelona, al tablao «los Tarantos»

Llegamos en 1964, el local lo había inaugurado Antonio Gades en el 60, pero a los 3 ó 4 años le llegó un contrato para la Feria de Nueva York ganando una millonada en dólares y se fue. Entonces, el bailaor que llevaba Gades, el «Caldera de Salamanca» hermano de Rafael Farina, le dijo a mi marido que fuese a Madrid a buscar artistas y le dio la dirección de un representante de Sevilla, pero mi marido donde fue, lo que son las cosas de la vida, fue al «Corral de la Morería» y allí estábamos mi hermana y yo en el cuadro. Él a quien contrató fue a Amalia Román, que bailaba que era un fenómeno. Nosotras no éramos nada, mi hermana ha cantado mejor que yo, siempre lo he dicho, cantaba con un tono de «La Paquera de Jerez» al siete por medio. Mi hermana canta mejor, pero yo soy artista, una cosa es cantar bien y otra ser artista. Nos llamábamos «Las Hermanas Garrido. Las Cartageneras», el nombre nos lo puso Juanito Valderrama.

Empezaste como bailaora, pero después te hiciste cantante

Verás, el catalán no estaba preparado para el flamenco. En el cuadro nos matábamos para que la gente saliera contenta, pero como aquí se habla mucho no nos prestaban atención. Un día le dije al guitarrista: «Salva, vuelve a la guitarra que voy a cantar», me salió de dentro y dice: «¿Qué tono?». Y yo: «No me digas tono, porque no sé qué tono, que es la primera vez que voy a hacerlo». Me puso el tono y yo hice la canción. Se quedaron mudos, porque lo llevaba dentro, creo que cantaba más fuerte para que se callaran, como si me peleara con ellos. El encargado, que era un cantaor que se llamaba Blas y había trabajado con Carmen Amaya, fue a buscar a mi marido y le dijo «Suba usted, señor Roselló, porque la mayor de las dos hermanas está cantando». «¿Pues no baila?». «Pero está cantando». Subió, se escondió, me vio de incógnito; al terminar le dijo: «Esta chica que cante todos los días». Y además se lo dije, a los 5 años de estar casado con él: «Tú nada más que te enamoraste del negocio», y me contestó «La verdad que sí María». Y ya está, allí empecé a cantar y a grabar discos.
Me ayudó mucho el ser bailaora. Yo metía los pies bailando y cuando terminaba, cantaba. Eso es muy difícil, me lo decía Lola Flores: «Piensa que estás empezando María, lo más difícil del mundo es cantar y bailar». Y es verdad porque el corazón se te sale cuando tienes que cantar otra vez, y bailar. Mi marido era el dueño de «Los Tarantos» y tenía también debajo una cava de jazz, el «Jamboree», no veas los artistas que trajo. Fue el primer empresario español que trajo a Ella Fitzgerald y a Duke Ellington al Palacio de la Música y se quedó gente en la calle. Estaba todo el tiempo en el «Jamboree» y no subía casi nunca al tablao porque no era muy amante del flamenco, que yo lo conocí cuando llevaba 3 ó 4 meses trabajando. Todos los actores y artistas que venían a Barcelona pasaban por allí, porque trabajábamos con los hoteles, mi marido les daba una comisión y eso atraía mucho público, porque vivíamos de eso y en los hoteles había un cartel con «Tablao Flamenco Los Tarantos con Maruja Garrido», y la gente venía de verdad, trabajamos mucho en «Los Tarantos».

Fuiste la precursora del «flamenco-pop», pero ¿Cómo definirías tu estilo?
Me acuerdo de un afiche que trajo mi padre, todavía estaba en Caravaca, tendría 6 ó 7 años, que venían Manolo Caracol y Lola Flores al teatro. Era como si él le estuviera pegando, y ella como asustada y él metiéndole la mano en el pelo. El afiche se me quedó grabado y desde ese momento siempre he sido admiradora de Lola Flores, pero Lola no había más que una. Yo cuando empecé a cantar no me quería parecer a ella, a mi me encantaba como artista ¿Qué no cantaba? Pues tal vez no. ¿Qué no bailaba? Pues tal vez no, pero ¿qué tenía Lola? Artista. Cuando salía acababa con el mundo. Cuando venía Lola a Barcelona iba a «Los Tarantos» a verme. Una vez que fui a Madrid a grabar un disco con los maestros Solano y Quiroga, Juan Solano me dijo: «La admiradora más grande que tú tienes se llama Lola Flores». Digo: «¿Lola Flores admiradora mía?» Me di una «panzá» de llorar ¿Qué fuera admiradora mía? Me contó que le había dicho que «En Barcelona hay una niña que canta y baila como yo, pero que no se me parece en nada». Para mí fue un honor grande, un orgullo muy grande que Lola fuera admiradora mía, porque yo no quería parecerme a ella, yo quería hacer una cosa mía. Los aprendices de artistas buenos no llegan a nada. Lola no había más que una y no saldrá otra.

Uno de los episodios más conocidos de tu carrera fue tu relación con Salvador Dalí y la presentación que te hizo en el Olimpia de Paris

Cada vez que venía Dalí a Barcelona hacía una reserva en «Los Tarantos» de 14 ó 15 personas, siempre en primera fila. Nunca pagaba ni un duro, no llevaba dinero encima nunca, el más roñoso del mundo. Yo siempre le dedicaba canciones, entonces él se levantaba, me besaba la mano; cuando terminaba le daba las gracias, me sentaba con él. Y así empezó la amistad. A mí me firmaron una gala en el Olimpia de Paris, el día antes me invitó la princesa Margarita de Dinamarca al palacete que tenía en París y allí estaba el señor Dalí, cuando me vio me dijo: «Hola María ¿Qué haces tú en Paris?» «Mire usted, señor Dalí, mañana trabajo en el Olimpia». «Quién te presenta?» «Nadie». «¿Cómo que nadie? Te presento yo». Y le digo «bueno, pues vale». Me dijo «No te preocupes, que yo ya sé lo que tengo que hacer». Al día siguiente estaba una hora antes de que empezara, con su mujer Gala y 3 ó 4 invitados. Me hizo la presentación en francés y la gente en pié. Yo solo tenía una gala, eso era lo habitual. Al terminar el dueño estuvo media hora esperando en el pasillo de los camerinos para verme y ofrecerme un mes de contrato. He sido la única española con un mes de contrato en el Olimpia. Al terminar nos fuimos al hotel de Dalí para darle las gracias por lo que había hecho. Iba con mi marido a todos los sitios; sola, jamás. Como sabía 6 idiomas le pedí que me enseñara unas palabras en francés para dar las gracias. ¿Sabes lo que me dijo?: «Cuando se habla en inglés, francés o alemán se dicen las mismas tonterías. El arte, María, no tiene fronteras». Pero algo tenía que hacer, cogí la canción de Edith Piaf «Es mi hombre» y la hice a mi manera. No veas el éxito que tuve, la gente me pedía autógrafos en las calles de París. Me acuerdo que le dijo Dalí a mi marido, fíjate los dos catalanes, con la Tramontana: «Joan, cuando termine María que saque la bandera española». Y yo la saqué y ni un pitido, ni nada. Tengo unas críticas extraordinarias de eso. Para agradecérselo lo invitamos a comer en el Maxim, iba con Gala y un invitado y nos costó la comida 100.000 pts. Pero hice un gran descubrimiento, aunque yo no he bebido en la vida, probé lo que estaban bebiendo y le dije a mi marido: «¿Joan, esto qué es?». «Champán», me contestó. «No puede ser champán, porque me sienta como un tiro». «María, este es francés». «Qué bien me está sentando, cómprame una botella cuando lleguemos a casa». Don Perignon, eh. Y desde entonces todas las navidades me compro una botella y como a mis hermanas a ninguna les gusta les digo: «Beber vino, vosotras beber vino y el champán dejármelo a mí, que me sienta muy bien».

Trabajé con Charles Aznavour y Liza Minnelli, y también hice radio con ellos. Al terminar me firmaron otro contrato de un mes en la Torre Eiffel, en el primer piso. Después trabajé en el Casino de Cannes, donde conocí a Paul McCartney, de Los Beatles. Te puedo contar del mundo que he conocido, Méjico, Argentina, toda Europa, en Italia me dieron la «Ninfa de Oro». De verdad, ahora que estoy retirada me doy cuenta del mundo que he recorrido.

A lo largo de tu carrera has cantado, con gran éxito de crítica y público, en casi todos los continentes y también participaste en las Embajadas Artísticas de Navidad para los trabajadores españoles en Europa

Los emigrantes nos recibían llorando. Los teatros de bote en bote. Pobrecitos, eran emigrantes, trabajadores. En Alemania se mataban con los españoles por lo bien que trabajaban y lo trabajadores que eran. Me acuerdo un fin de año en México que pusieron el disco «Adiós mi España querida» por Juanito Valderrama y allí llorábamos todo el mundo, porque cuando cruzas la frontera te das cuenta de que el país que tenemos es una maravilla. Estas personas que estaban trabajando fuera muchos años se emocionaban mucho, llorando, te invitaban a sus casas a comer, no te lo puedes imaginar. Estoy muy orgullosa de eso, te lo juro de verdad.

Es cierto que te prohibieron actuar en una fiesta del General Franco

Fue por la canción «Che camino». Yo la grabé porque me gustó, no por nada político. Me la enseñaron, la escuché, la canción es muy bonita. Tenía que ir a una fiesta de las que daba Franco en su palacio, pero se enteraron de la canción y ya no quisieron que fuera.

Has recibido infinidad de premios y reconocimientos nacionales e internacionales, como el «Olé de la Canción» de Radio Nacional de España o el «Popular del Año» del Diario Pueblo, pero sé que sientes un cariño especial por el «Laurel de Oro» y por una Cruz de Caravaca que te regalaron para celebrar tus primeros 10 años en «los Tarantos»

Si, la Casa de Madrid. La tengo todavía, pero no me la pongo porque tengo miedo. La tengo en una caja en el banco. Preciosa de verdad, la «panzá» de llorar que me di cuando la vi. Aunque también tengo la grande, que mi abuela me acuerdo la tenía siempre detrás de la puerta. Y cuando fui a Caravaca compré una en el castillo y la tengo detrás de la puerta. Y no ha entrado ningún ladrón, porque acaba con ellos. Cuando vaya compraré 2 ó 3 para unas amigas que también la quieren, pero bendecidas ¿sabes?

En diciembre de 1976 recibiste el homenaje de tus paisanos imponiéndole tu nombre a una calle y también realizaste una actuación benéfica para la creación del Centro Comarcal de Educación Especial

¿Cómo están los niños del colegio? No puedo hablar de ellos porque me pongo fatal. Qué cariñosos, como me decían madrina. Estoy orgullosa de esto, también de la calle, pero del detalle que tuvo mi marido. Antonio Medina, seguía siempre mis pasos y se puso en contacto con mi marido en «Los Tarantos», le dijo que habían 33 niños discapacitados que no tenían colegio, de Caravaca, Moratalla y Cehegín. Mi marido tenía un corazón de oro y habló conmigo, le propuse hacer una actuación y destinar la recaudación al colegio. Mi marido dijo «Adelante María. Lo haremos». Cogimos un autocar con los artistas y nos vinimos. Lo pagamos todo nosotros y todo lo que se recaudó fue para el colegio, para esos niños y estoy orgullosa de haberlo hecho por ellos. Pero orgullosísima y de Caravaca, lo he dicho siempre, de Caravaca. Soy de Caravaca, Murcia, el pueblo más hermoso del mundo y a mucha honra.

Tu discografía y repertorio son amplísimos y variados, desde rancheras a rumbas, con canciones tan especiales como «El Bardo», «Es mi hombre», «Adoro», «La noche azul», «Me muero, me muero», «Contigo aprendí» o «Mi amigo», por citar algunas, ¿Cuáles son tus preferidas?

 Tengo muchos discos grabados, con La Voz de su Amo, la Belter, pero preciosidades ¿sabes lo que pasa? Que a mí me gustaban las canciones que yo veía preciosas, como «Extraños en la noche», no entendía la letra, pero la voz de Frank Sinatra me encantó, y fui la primera artista que la grabé en flamenco.

Una vez que vino Antonio Machín a Barcelona fue a «Los Tarantos» a verme. Al terminar estaba mi madre esperándonos a mi hermana y a mí en la puerta, con un frío que hacía, y le oyó decir: «Esta niña que ha cantado ¿quién es? ¿Con quién puedo hablar yo?». Le contestó: «Es mi hija», y Machín dijo a su mujer «Mira Angelita, la gallina de los huevos de oro». Le preguntó cómo podía hacer para mandarme una canción que no tenía explotada para que la cantara. Le dio la dirección y me mandó la letra y música de «El Bardo». Tuvo mucho éxito, me la pedían mucho.
Mis canciones preferidas son las que siento la letra, que yo viva las letras. Me gustan las canciones mejicanas, que tienen unas letras preciosas. A mí me gusta que la canción yo la sienta, sienta la letra, como la que te dicho, «El Bardo», que cada vez que la canto me pongo fatal. Ahora, las letras de ritmo son otra cosa, porque como bailo, pero las otras que son más lentas, que yo las sienta, son las canciones que a mí me van. Me gusta muchísimo un disco que grabé con el maestro Solano, cantando «La Lola se va por los mares» y otra canción suya «No me castigues mi niño celoso», preciosa. Y dos canciones que hizo Juan Pardo para mí: «Y qué me importa» y «Dicen que bebo», preciosas.

A finales de los 80, cuando estabas en lo más alto de tu carrera decides retirarte

Cuando conocí a mi marido tenía 22 años. Pasé 45 a su lado. Yo jamás tuve un novio, ni amantes, que te voy a decir. En aquella época te tocaba un hombre un brazo y tenias que casarte con él. Ahora me río de todas estas cosas, respetándolas, pero me río. Para mí fue el único hombre en mi vida, me llevaba 15 años, ahora golfo, un numero 1, porque te digo una cosa, la mujer que crea que tiene un santo de marido está muy equivocada. Te quieren con locura, pero cuando ven a otras mujeres las devoran con la mirada. Ahora, el mundo sin hombres, tampoco sería mundo.

El se retiró cuando cumplió 65 años. El negocio tenía que dejarlo, yo en aquellas fechas no tenía todavía los 50 y dije, vamos a ver, yo no tengo hijos, para comer no nos faltaba, me tenía que ir y volver al tablao sola, que tardaba más de media hora, y dejarlo solo a él, lo mejor que puedo hacer es retirarme. Me dijo que iba a pasarlo muy mal y efectivamente que lo pase mal, muy mal, porque llevaba ya casi 40 años de artista y cortar de la noche al día fue duro. Yo me subía al tablao y me tiraba 2 horas sin parar, una canción tras otra. Lo pase fatal, me iba al balcón con una ansiedad. Un año me dijo que volviera a cantar otra vez, pero no, yo ya no quería cantar, ya me había acostumbrado.

Yo había corrido el mundo, pero con 14 personas en la compañía, no pude ver nada, no disfrutaba porque siempre estaba pendiente de todos. Yo vivía para ellos porque eran una gente maravillosa, cuando yo salía daban la vida, se mataban por mí. Yo iba a los mismos hoteles y a los mismos restaurantes que ellos, porque también eran mi familia. ¿Cuándo disfruté yo? Cuando dejamos el negocio. Fuimos al Cañón del Colorado, San Francisco, Las Vegas, Nueva York, las cataratas del Niágara. Cogimos un barco por el Amazonas, a Río de Janeiro… Pues bueno, eso es lo que se ha llevado mi marido, y yo también. Hay que aprovechar el minuto de la vida, sí que lo pasé mal, pero estoy muy contenta de hacer lo que hice. Y por esto me retiré, por amor. Si no estás enamorada esto no puedes hacerlo.
Cuando murió mi marido, dejé la casa que tenía en el pueblo, en Caldas, y me vine con mis hermanas a Barcelona. Entonces vivían mis padres y fue lo mejor que hice. Si me quedo allí no sé cómo estaría, con depresión seguro. Pero me ayuda mucho el carácter tan abierto que tengo.

Después de 18 años retirada, en mayo del año pasado volviste a los escenarios con «Rumba Surreal»

Fue en el Mercats de les Flors, se quedó gente en la calle, había 300 ó 400 personas, un teatro muy grande.

Ahora has grabado un nuevo disco, «El duende, la luz y la noche», editado por el sello Kasba, dentro del proyecto «Rumbacali»

Los gitanos catalanes llevan el ritmo en las venas, son fieras. Siempre lo he dicho, «Pescailla» era un fenómeno tocando la guitarra y cantando, lo que pasa es que Lola se lo tragó como artista ¿quién era «Pescailla» al lado de Lola? A mí me gustaba más que «Peret» de siempre, con esto no quiero decir que «Peret» no fuera buen artista, pero que a mí me gusta más «Pescailla». Un día coincidí con un amigo mío periodista, Toni Rovira con el que he hecho muchas cosas, tiene una televisión, que no es muy grande pero que se ve en muchos sitios, estaba con un músico gitano Sicus Carbonell, y me dice: «Tía (porque siempre me dice tía) me haría ilusión que hicieras un disco con «El Chacho», que es el que toca el piano, y «La Maña», que no canta, pero que es muy graciosa» y le respondí: «Pues sí, sí que me haría ilusión». Y lo grabamos. El disco es muy bonito, con unas rumbas preciosas. Esta ahora un poco parado porque al «Chacho» le han operado del corazón, pero fuimos a Madrid a presentarlo, a Zaragoza también, aquí hemos hecho mucha televisión con él, ahora teníamos galas, pero hemos tenido que parar. Me ha hecho mucha ilusión porque es muy bonito. Las canciones me las han hecho ellos a su manera, con los arreglos que hay ahora. La versión de «Es mi hombre» es preciosa.

Proyectos
Ahora voy a descansar, que hace mucho calor. Estamos mi hermanica y yo juntas, fíjate que llegamos juntas las dos con mi padre. Si me dicen que voy a acabar con ella salgo corriendo… Ella también lo ha pasado mal, porque es soltera y al morir mis padres se quedó sola, pero ahora estamos las dos juntas encantadas de la vida ¿con quién mejor?
Voy a ir a Caravaca con un sobrino, hijo de un hermano. Ahora no, cuando pase el veranico, porque hace tiempo que no voy y me gustaría mucho. ¿Quieres que te diga una cosa? Con todo lo que he pasado y he vivido, estoy muy orgullosa de ser de Caravaca, pero que muy orgullosa.

 

FUENTES:

http://elnoroestedigital.com/colaboradores/1684-maruja-garrido-qme-siento-orgullosa-de-ser-caravaquenaq

http://www.elperiodico.com/es/noticias/dominical/maruja-garrido-musa-rumbera-dali-3278946

http://mercatflors.cat/es/espectacle/ciutat-flamenco-rumba-surreal-2/

https://es.wikipedia.org/wiki/A_la_española

http.//www.regmurcia.com › Murciajonda › Artistas

 

 

LA CURACIÓN DE TOBÍAS

Una de las obras cumbres del siglo XIX se conserva dentro de los muros de nuestro castillo.

 

En la Basílica-Santuario de la Vera Cruz podéis ver esta joya del neoclasicismo.

Curación de Tobías

La historia que veis en este cuadro está tomada de la Biblia, es La curación de Tobías del autor caravaqueño Rafael Tejeo. A continuación te enseñamos el episodio bíblico de donde procede:

El anciano Tobit queda ciego al caerle en los ojos unos excrementos de ave. Tobías, el hijo de Tobit, vuelve a su casa para curar a su padre con el remedio que le ha dado el arcángel Rafael: un pez con el que podrá sanar su vista.

(Rafael) Estoy seguro de que tu padre recobrará la vista. Úntale en los ojos la hiel del pescado. Este remedio hará que las nubes se encojan y desaparezcan de sus ojos. (…)

Tobías, que tenía en la mano la hiel del pescado, se acercó a su padre y lo tomó de la mano. Entonces le sopló en los ojos, y le dijo:

—¡Ten confianza, padre!

En seguida le aplicó el remedio. Luego, con ambas manos, le desprendió las nubes de los extremos de los ojos. Recupera la vista.

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Esta obra del Neoclasicismo podemos encontrarla hoy día en la Basílica de la Vera Cruz, en Caravaca. Fue donada por el propio Tejeo en 1827.

Hoy día y desde 2008 también conservamos otra imagen del artista: “Literato”. Este último puedes verlo en la Sala de cristal del ayuntamiento de la Ciudad de la Cruz.

 

Bibliografía

«Las Fuentes del Marqués» Un tesoro por descubrir

El Paraje natural de las Fuentes del Marqués es uno de los grandes atractivos de Caravaca de la Cruz.  El paraje debe su nombre a uno de sus anteriores dueños, los marqueses de San Mamés, y al nacimiento de varios manantiales en el lugar. Posee una extensión de 17,4 Hectáreas.

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fuentes-del-marques-7Es el agua y su distribución mediante acequias lo que ha dado lugar a este frondoso y agradable paraje. Existen cuatro manatiales, dos de ellos acondicionados en forma de «Sartenes», cuya procedencia son los acuíferos existentes en los macizos calcáreos de las sierras circundantes. Este conjunto de manantiales es considerado el más importante de la Región de Murcia tanto por su caudal como por la calidad de las aguas.

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Éstas han jugado un papel importante en el desarrollo de la ciudad tanto por su aprovechamiento para fines agrícolas y ganaderos, para el consumo humano y como fuerza motriz de molinos y batanes.

 

Parte importante de las Fuentes son las Cuevas del Marqués, situadas sobre una colina dominando las Fuentes. Son grutas artificiales excavadas en la roca y que datan de época árabe; por los materiales cerámicos encontrados, datables a partir del siglo XI.

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Otra parte esencial de este paraje es el Torreón de los Templarios. Construido con sillería de piedra proveniente de las montañas de Caravaca, alcanza una altura de tres plantas y está culminado por un tejado a 4 aguas. Sobre él, la imaginación popular ha tejido numerosas leyendas, una de ellas asegura que el Torreón comunica mediante un túnel que pasa bajo el río Argos con el santuario.

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En definitiva, las Fuentes del Marqués, es un paraje con encanto, en el que en cualquier época del año la naturaleza se muestra en todo su esplendor. Un entorno privilegiado para disfrutar de la naturaleza y del aire fresco y puro que nos regalan el agua y el bosque mediterráneo.

El Ayuntamiento de Caravaca y el testamento de Isabel la Católica

El Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz es un edificio barroco (siglo XVIII), que presenta un arco que da acceso a una plaza conocida precisamente como plaza del Arco. Obra en plano del conocido arquitecto Jaime Bort (que entre otros proyectos realizó el imafronte de la catedral de Murcia), su ejecución se debe realmente al maestro de obras caravaqueño Antonio del Campo.

En la Sala de Plenos del citado edificio puede verse un gran cuadro, en cuanto a sus dimensiones y calidad, copia de un original de Eduardo Rosales que actualmente se exhibe en el Museo del Prado (Madrid). El lienzo representa a la reina Isabel I de Castilla, que falleció en Medina del Campo en 1504, dictando su testamento en presencia de su esposo, Fernando II de Aragón, y de otros personajes de la Corte castellana. Esta pintura, dada sus dimensiones, se hace presente en los plenos del Ayuntamiento y llama pronto la atención de toda aquella persona que visita la susodicha sala  Conozcamos algo más de esta pintura, de la obra original, que durante tantos años (la copia), por así decir, ha presidido (y aún lo hace), esta Sala tan importante en la vida política caravaqueña.

Aquí están sus datos, los del original, para el que quiera saber más de ella

Ficha técnica

Número de catálogo

P04625

Autor

Rosales Gallinas, Eduardo

Título

Doña Isabel la Católica dictando su testamento

Fecha

1864

Técnica

Óleo

Soporte

Lienzo

Dimensión

Alto: 287 cm.; Ancho: 398 cm.

Procedencia

Adquirido al autor, 1865; Museo de la Trinidad, 1865; Museo del Prado, 1872; Museo de Arte Moderno; Museo Español de Arte Contemporáneo, hasta 1971.

Descripción del motivo pintado

            En la penumbra del dormitorio regio instalado en el Castillo de la Mota, la moribunda reina Isabel (1451-1504) aparece tendida en su lecho, cubierto con un dosel y rematado con el escudo de armas de Castilla. Recostada su cabeza sobre dos altos almohadones y tocada con su característico velo sujeto al pecho por un broche con la venera y cruz de Santiago, ordena con una indicación de su mano la escritura de su última voluntad, que dicta al escribano Gaspar de Gricio, sentado ante su pupitre, junto a la cama. A la izquierda, dando la espalda a un pequeño oratorio iluminado por una lamparilla de aceite, está sentado el abatido rey Fernando, con el rostro compungido, la mirada perdida y el pensamiento absorto, abandonado el peso de sus brazos sobre el sillón y apoyando los pies en un almohadón de terciopelo. En pie, junto a él, permanece su hija Juana, con las manos enlazadas y la mirada baja. Al extremo del lecho, acompañan a la reina en sus últimos momentos varios miembros de su Corte, encabezados por el cardenal Cisneros, vestido con la dignidad de su hábito, entre otros nobles. En la sombra del aposento asoman detrás del dosel los marqueses de Moya, fieles servidores de la soberana moribunda.

Doña Isabel la Católica dictando su testamento es posiblemente el cuadro más conocido del pintor purista español Eduardo Rosales. Esta pintura se sitúa dentro de la pintura de historia academicista del período romántico, resultando un estilo más realista que obras precedentes del autor. Sin duda es obra cumbre de la pintura de historia del siglo XIX. Rosales Invirtió en ella año y medio de trabajo y la presentó a la Exposición Nacional de Paris de 1864, donde sería premiado con una primera medalla, que supuso el reconocimiento de su autor en los círculos artísticos oficiales y una verdadera convulsión para los pintores españoles de su generación.

Como reconocimiento simbólico de su relevancia, cabe decir que fue la primera obra que se colgó, en presencia del Ministro de Cultura, el director del Museo y el presidente del Real Patronato, de la exposición Maestros modernos. Las colecciones del siglo XIX del Museo del Prado, con la que en 2007 se inauguró la ampliación de Moneo.

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CRUZ DE CARAVACA EN LA NECROPOLIS DE LA ERMITA STA. CLARA – PTO. STA. MARIA (CÁDIZ)

La Cruz de Caravaca en el Puerto de Santa María (Cádiz)

Las excavaciones llevadas a cabo en la necrópolis de la ermita de Santa Clara (Puerto de Santa María, Cádiz), muestran el conocimiento y fe profesada a la Cruz de Caravaca, en lugares tan lejanos de la Región de Murcia como es el caso de esta localidad gaditana.

La susodicha necrópolis pertenece a un antiguo cementerio del siglo XV que estuvo en uso hasta los primeros años del siglo XIX. En dichas excavaciones se han encontrado unas 300 tumbas, en las que se han hallado réplicas de la Sta. y Vera Cruz de Caravaca en colgantes y rosarios. Se barajan varias hipótesis respecto a la presencia de estas Cruces de Caravaca en tierras gaditanas. La primera es que frailes franciscanos y jesuitas, que previamente habían pasado por Caravaca, fallecieron en su peregrinar hacia el Nuevo Mundo y fueron enterrados en el puerto de Santa María, que en aquella época era precisamente la puerta de salida hacia América. Otra posibilidad de la presencia de la Vera Cruz en Cádiz pudiera deberse a la presencia de limosneros que iban pidiendo donativos para sufragar los gastos de la construcción del Santuario de la Vera Cruz de Caravaca. Ante la falta de recursos para la finalización del mismo el Ayuntamiento y la Cofradía solicitan al rey una licencia durante 8 años para pedir limosna por todas la diócesis de España. A cambio de esa limosna se entregaba una Vera Cruz. Esa licencia fue renovada en varias ocasiones hasta la conclusión de las obras. De hecho existe documentación de varias diócesis por donde pasaron los limosneros y una de ellas era Cádiz.

Dato interesante es también que el enclave donde se centran las excavaciones se encuentra en un camino de salida natural de la ciudad gaditana hacia el norte y que conectaba la ciudad con varias vías de comunicación, entre ellas una que iba directamente a Murcia.

Cada enterramiento es una biografía por descubrir, pues la costumbre de colocar una lápida con el nombre del difunto no existía en la Edad Media. Los objetos encontrados en las tumbas muestran cómo la religión tenía un peso muy importante en sus vidas y en la sociedad, y también, cómo no, cuán lejos llegaba el conocimiento de la Cruz de Caravaca.

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La Cruz de Caravaca y la película “La Misión”

El conocimiento de la Cruz de Caravaca se extendió rápidamente fuera de nuestras fronteras gracias a los misioneros jesuitas y franciscanos que predicaron su historia en Europa y, sobre todo, en Hispanoamérica.
Hay un lugar geográfico especialmente interesante en lo referente a la evangelización de América: la zona de Misiones. Las misiones jesuíticas guaraníes o reducciones jesuíticas guaraníes fueron un conjunto de treinta pueblos misioneros fundados a partir del siglo XVII por la orden religiosa católica de la Compañía de Jesús entre los aborígenes guaraníes y pueblos afines, que tenían como fin su evangelización y que se ubicaron geográficamente -quince- en las actuales provincias de Misiones y Corrientes, en Argentina, -ocho- en el Paraguay y -las siete restantes- en las denominadas Misiones Orientales, situadas al suroeste del Brasil.

Los jesuitas tenían la costumbre de colocar una Cruz de Caravaca en las plazas de las misiones que levantaban en las tierras de los indios guaraníes. Así lo podemos ver en la famosa Misión de San Miguel (Brasil), protagonista de la película británica La Misión (1986), dirigida por Roland Joffé e interpretada por Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally y Aidan Quinn, en los papeles principales, envuelta toda con la maravillosa música de Ennio Morricone. En esa película podemos ver el símbolo de la Vera Cruz de Caravaca presidiendo la plaza como muestra del conocimiento y difusión que tuvo dicha Cruz.
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Corte de Tráfico, Fines de Semana, en la Plaza del Arco.

avisoPara favorecer la circulación peatonal de los turistas que durante los fines de semana se concentran en la zona de la Plaza del Arco y para asegurar unas condiciones de mayor seguridad, el Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz cortará el tráfico rodado en dicha plaza durante los sábados y domingos de los meses de julio y agosto, de 11.00 a 19.00 horas.

A lo largo del citado periodo de tiempo, los vehículos que tengan que acceder al barrio del Castillo y a la Real Basílica de la Vera Cruz, lo harán por la calle Colegio y calle Mayor, en su tramo de la parroquia de ‘El Salvador’, quedando únicamente permitido el paso por la plaza a los servicios de seguridad, emergencias y acontecimientos excepcionales.

La Esquina de la muerte

 

La sirena de piedra de la iglesia del Salvador ha sido testigo de numerosos crímenes en la historia de Caravaca.
                  
               Esta estatua la puedes ver en la esquina de la iglesia del Salvador y representa una arpía o una sirena tal y como la entendían los griegos.

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               Los primeros escritos sobre esta son de 1725. Aquí se produjo un suceso que forma parte de la historia negra de Caravaca. Al parecer, al anochecer del día de navidad unos jóvenes, tras festejar y, seguramente con un poco de anís de más, armaron mucho alboroto en este lugar. Un hombre al escuchar todo este ruido les reprochó el escándalo que estaban armando. Se llamaba Saturio.
              Los mozos se envalentonaron y  llegaron a las manos con Saturio y los vecinos que se quejaban. En medio de la trifulca apareció una hoja afilada que acabó acuchillando a Saturio. Ante el alboroto las autoridades no supieron bien quién fue el responsable y detuvieron a numerosas personas, pero resultó que el asesino logró burlar a la justicia y escapó. Al tiempo se supo que el autor fue Alonso Sánchez, uno de los jóvenes que empezaron la pelea. dfastfadsgfadsllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllmmmmmmmmmmmmmmmmm   m          Otro suceso que se relaciona con la Esquina es uno de la época de Fernando VII. En ese tiempo  llegó a Caravaca un hombre muy partidario del absolutismo y alquiló una casa localizada en lo que hoy es la calle de las monjas. Por allí pasaron un grupo de personas partidarias de todo lo contrario, cantando y repitiendo consignas contra su gobierno.y Al escuchar esto; Miguel, que así se llamaba el hombre, salió enfurecido y se enzarzó en una pelea con este grupo. Este corrillo respondió a la agresión y alguien disparó a Miguel. Desangrándose murió en la esquina dejando un baño de sangre. Podríamos decir que la Esquina de la Muerte ha inspirado muchos relatos e historias sobre crímenes. De ahí el carácter tétrico de su nombre y las leyendas que se han ido entretejiendo entorno a este lugar. Desde Turismo agradecemos la aportación de Francisco Fernández García a este breve resumen.   Si quieren saber más recomendamos su artículo 25 De diciembre de 1750: Asesinato en el día de Navidad.