Recordar a nuestros difuntos, ofrecerles flores e incluso pedir protección. El día 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos en aquellos países de raíces cristianas. Es una fecha en la que la mayoría de la gente en España acude a los cementerios con ofrendas florales y adorna las tumbas de sus fallecidos.
La persecución contra los cristianos que realizó el emperador romano Diocleciano provocó que la Iglesia Católica estableciese un día dedicado a todos los mártires que habían sido asesinados, perseguidos y privados de sus derechos civiles. Los primeros cristianos dibujaban un pez, que simbolizaba la figura de Cristo crucificado, para identificarse entre ellos en los tiempos de represión.
Con el Edicto de Milán (313), el emperador Constantino legalizó el Cristianismo. La celebración del Día de Todos los Santos varió con el tiempo hasta que el Papa Gregorio III lo fijó definitivamente el día 1 de noviembre en el año 741. Esta festividad eliminó el Año Nuevo Celta que se festejaba en la noche del 31 de octubre. Según la tradición celta, este día marcaba el inicio del invierno y pedían a sus difuntos que los protegieran.
Anteriormente a este festejo, los romanos celebraban en estas fechas las fiestas en honor a la diosa Pomona, divinidad de los árboles, las frutas y la agricultura. Se mostraba únicamente interesada en el mundo natural e ignoraba a sus pretendientes hasta que el dios Vertumno la sedujo. En cuanto a la tradición griega, los antiguos helenos enterraban a sus muertos con una moneda en la boca para que le pagasen al barquero Caronte el viaje al Hades. En caso de que no les pusieran la moneda, los muertos se quedarían para siempre en la orilla del río Estigia.
En lo referente a la tradición de Todos los Santos en Caravaca, la mayoría de la gente suele limpiar y adornar las lápidas de sus seres queridos con claveles, crisantemos y dalias. De esta manera, veneran a sus difuntos, los recuerdan y piden protección al visitar las tumbas en el Cementerio Municipal de la Ciudad Santa donde tiene lugar una misa en recuerdo de sus almas.
Por último, el hecho de enterrar, adorar y visitar a las personas que ya han fallecido puede revelar la creencia de que existe vida más allá de la muerte, un sentimiento común con las culturas greco-romana y celta.
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