En 1576 un grupo de beatas, tras escuchar la homilía de un jesuita, deciden encerrarse en una casa del municipio y solicitan a Teresa de Jesús la fundación de un convento. En ese momento la primera Doctora de la Iglesia se encontraba en Beas del Segura, pero la complicada orografía y los problemas con la fundación en Sevilla le hacen no poder estar presente en la de Caravaca y enviar a una de sus hermanas más fieles, Ana de San Alberto, quien llega a Caravaca portando la carta con las ordenes de la Santa para crear la XII Fundación de las diecisiete que crearía en vida.
Como agradecimiento, Ana de San Agustín envió una Cruz de Caravaca que Santa Teresa llevaría hasta el final de sus días. Fue su enfermera en sus últimos meses de vida, Ana de San Bartolomé quien recoge la reliquia una vez fallecida la Santa. La monja fue trasladada a París, llevando consigo la Cruz de Caravaca y posteriormente fue la encargada de fundar convento en Bruselas, desde aquel momento la reliquia ha permanecido dentro de la clausura del convento en Bélgica.
La Cruz, hallada en el lecho de muerte de Santa Teresa, la han custodiado las Madres Carmelitas de Bruselas.
Dentro de los actos del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, el prior de los Carmelitas Descalzos en Caravaca, el padre Pascual Gil, solicitó que la reliquia teresiana regresara temporalmente a la ciudad de donde partió hace casi cinco siglos. Finalmente, la Cruz llegó a Ávila en manos del padre Joseph Guicquel, carmelita descalzo francés, ha sido el encargado de transportar la Cruz desde Bruselas.
Esta reliquia teresiana estará en Caravaca hasta la segunda semana del mes de octubre. En primer lugar, permanecerá en el templo jubilar teresiano del convento de los Padres Carmelitas, hasta 16 de septiembre y, posteriormente, se expondrá para su veneración en la Basílica Santuario de la Vera Cruz, en una pequeña capilla junto al altar de San Lázaro.
Se trata de una cruz de madera, de doble brazo, de 8,5 x 4 centímetros, con una placa metálica en la parte posterior, que lleva esta inscripción: «Esta cruz llevó nuestra santa madre Teresa de Jesús en vida y después de su muerte se halló en su cama».