LA PLAZA NUEVA

Agustín Marín de Espinosa, en su Memorias para la historia de la ciudad de Caravaca, nos dice que allá por mediados del siglo XIX “hay cinco plazas públicas y varias plazuelas: la primera llamada de Isabel II… Otra denominada del Hoyo… La tercera llamada de San Francisco… La cuarta llamada de San Sebastián… y la quinta situada a la entrada de la Corredera”. Nos dice asimismo que “otra plaza se está construyendo en el sitio que ocupaban varias casas ruinosas…; está inmediata al teatro”. Se trata de la PLAZA NUEVA. Lo de nueva, entiéndase, fue cuando se hizo allá por 1854 (el 18 de diciembre se produjo su inauguración), es decir, ya tiene más de siglo y medio de existencia. Durante más de un siglo albergó parte del mercado semanal, sobre todo el dedicado al comercio de aves. Concretamente se trasladó a ella en un primer momento «las mesas de tocino fresco y salado y los puestos de pan, pescado, saladura, frutas, ensaladas, agruras, arroz, patatas, cebollas y demás artículos de legumbres y berduras(sic)». La razón de su construcción fue precisamente esa, la de ampliar el mercado semanal que se celebraba en la contigua plaza que hoy llamamos del Arco. En un principio se pensó denominarla Plaza del Teatro, por su proximidad a éste, pero posteriormente se decidió llamarla Plaza del Progreso, y se colocó una lápida conmemorativa que aún puede verse sobre la actual en la que se lee: «Plaza del Progreso. Año 1855. Siendo alcalde constitucional D. José M. Aznar Reyna».

En 1884 se decidió retirar de la plaza del Arco el mercado diario de abastos y trasladarlo a la del Progreso por los inconvenientes de tráfico que ocasionaba en aquélla. En 1925 se le cambió el nombre llamándola Plaza del Obispo Frutos Valiente. Durante la II República volvió a cambiársele el nombre y de nuevo se la llamó Plaza del Progreso. En 1944 nuevamente del Obispo Frutos Valiente y finalmente en 1989 se la denominó como popularmente se la conocía: Plaza Nueva.

Actualmente, en el 2025, se localiza en ella una escultura dedicada a los Años Jubilares

-en realidad, una obra conmemorativa de la concesión por parte de la Santa Sede de un Año Jubilar perpetuo a la Basílica Santuario de la Vera Cruz de Caravaca (fecha que aparece indicada en el monumento: 9-01-1998) realizada en bronce en el año 2001 por el escultor valenciano afincado durante muchos años en la ciudad, Rafael Pí Beldahttps://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Pi_Belda; se obtienen también desde esta plaza impresionantes vistas de la torre de El Salvador,

y se ubican también la tienda del Bando de los Caballos del Vino,

un bar-restaurante que se llama El Progreso,

la barbería Martínez

y la fachada principal del teatro Thuillier -levantado sobre una antigua Casa de Comedias e inaugurado en 1847 tras incorporar el terreno colindante que ocupaba la ermita del Buen Suceso que se encontraba en estado ruinoso y cerrada, y que lleva el nombre del que fuera un afamado actor malagueño, Emilio Thuillier y Marín,

cuya Compañía permaneció varias semanas en la localidad por lo que la corporación municipal decidió en 1903, en reconocimiento por el cariño que el entonces famoso actor propiciaba a Caravaca y por haber dado una función a beneficio de los pobres de la ciudad, dar al teatro el nombre de “Thuillier”.

Frente al citado teatro se encuentra el café bar Los Pajaritos.

Prácticamente pegados a la plaza encontramos también, en la calle Pocico, el bar Bodegón Isi, uno de esos lugares de comida y tapeo de los de toda la vida,

y el autoservicio Maru, ya en la calle De las Monjas, pero muy próximo a la plaza: una tienda de las de antes en la que podemos encontrar, entre otras cosas, productos típicos de Caravaca y su Comarca.

Finalmente completan la plaza una fuente con que aliviar la sed y un gran castaño de Indias que nos protege con su benefactora sombra en los tórridos días estivales.