Caravaca de la Cruz es una de las cinco ciudades santas que hay en todo el mundo junto con Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana (Potes).
En febrero de 1998 Caravaca fue privilegiada con la concesión de un Año Jubilar “in perpetuum” en torno a su Patrona, la Stma. y Vera Cruz, en un documento expedido por el Sumo Pontífice Juan Pablo II, a través de la Penitenciaria Apostólica de la Santa Sede. La concesión de un “Año Santo” a perpetuidad supone la celebración de un Año Jubilar cada siete años, y la concesión de indulgencia plenaria a los peregrinos que acudan a Caravaca ese año.
En el año 1231, Caravaca es el escenario de un acontecimiento mágico de extraordinaria importancia y marcará para siempre a la ciudad y sus habitantes: la milagrosa aparición del lignum crucis. Desde el siglo XIII, la ciudad se convierte en símbolo de la Cristiandad, un lugar al que comienzan a peregrinar desde diversos puntos de la geografía.
Ya en la segunda mitad del siglo XX el Papa Juan Pablo II estableció primeramente años santos o jubilares, en principio de concesión estrictamente temporal (1981 y 1996) y, finalmente, perpetua (en 1998), a celebrar cada siete años a partir de 2003, fecha en que tuvo lugar el primero, a él asistió el entonces Cardenal Ratzinger, anterior Papa Benedicto XVI. Siendo el próximo a celebrar en el 2017.