¿TE GUSTA LA PINTURA? TE RECOMENDAMOS LAS MAGISTRALES TABLAS DE HERNANDO DE LLANOS SOBRE “LA APARICIÓN DE LA CRUZ”

Del pintor español del Renacimiento Hernando de Llanos tenemos en nuestra ciudad una extraordinaria serie de pinturas, en las que se narra la historia de la Aparición de la Santísima y Vera  Cruz de Caravaca.

Activo en el primer cuarto del s. XVI, este pintor español trabajó en Valencia y en Murcia. Su pintura, influida por Leonardo da Vinci, tiene un fuerte carácter italianizante.

Se trata de cuatro tablas pintadas al óleo, de idénticas dimensiones, datadas en torno al 1520 y pertenecientes al Museo de la Vera Cruz, situado en la Basílica – Santuario de Caravaca. Nos relatan el momento de “La Aparición”: Prendimiento de Chirinos, Interrogatorio de Chirinos, Aparición de la Santísima Cruz y Bautismo de Ceyt Abu Ceyt.

Las tablas forman parte de un conjunto de seis, correspondiendo las dos restantes a: Incendio del altar con la milagrosa salvación de la Cruz y San Juan Evangelista en Patmos; procedentes todas ellas de uno de los retablos más antiguos de la ciudad. Pero hoy nos centraremos en las cuatro referentes a la milagrosa aparición de un Lignum Crucis.

El milagro tuvo lugar en una torre medieval del antiguo alcázar caravaqueño, a partir del cual se construyó en el s. XVII la Basílica actual. Este hecho extraordinario se sitúa en el 3 de mayo de 1232, estando Murcia en manos musulmanas.

Concretamente Caravaca estaba gobernada por el sayid almohade de Valencia, Abu –Zeit. Entre los cristianos prisioneros se encontraba el sacerdote Ginés Pérez Chirinos,  que predicaba el Evangelio entre la población mora. Abu – Zeit  se interesó por el oficio religioso y dispuso lo necesario para que se celebrara misa en su presencia. Traídos los ornamentos de tierras cristianas, empezó a celebrarse la liturgia en el salón principal del Alcázar. Pero el sacerdote Chirinos se detuvo al darse cuenta que faltaba el símbolo del crucifijo, sin el cual no podía oficiar. En ese instante, por la ventana del salón, dos ángeles bajaron un “lignum crucis” que depositaron en el altar, y así se pudo continuar la misa. Ante la maravillosa aparición, el sayid y toda la corte se bautizaron.