El escritor caravaqueño Miguel Espinosa

Miguel Espinosa Gironés es un escritor poco conocido por el gran público, pero sí reconocido por la crítica y el mundo académico. Muchas de sus obras se publicaron años después de ser escritas; algunas, incluso, de forma póstuma.

Miguel Espinosa está considerado uno de los grandes escritores murcianos del siglo XX.

Espinosa se da a conocer al gran público a raíz de la publicación, en 1974, de la que es considerada su mejor y más importante obra, Escuela de Mandarines, con la que ganó el Premio Ciudad de Barcelona.

Miguel Espinosa Gironés nace en la localidad murciana de Caravaca de la Cruz el día 4 de octubre de 1926, en el seno de una familia acomodada, compuesta por el matrimonio de Juan Espinosa Dato y Maravillas Gironés Robles. La casa en la que nace el escritor se encuentra enclavada en la proximidad de conventos fundados por Santa Teresa de Jesús y San Juan de Ávila respectivamente, autores que Miguel Espinosa leerá desde joven y que no dejarán de tener su impronta en la futura obra del escritor.

Comienza a realizar estudios elementales en un colegio de Caravaca, donde pronto sobresale por su inusitada inteligencia. Cuando en octubre de 1935 su familia  se traslada a Murcia, Miguel se incorpora al colegio de los Maristas, institución que deberá abandonar durante los años de Guerra Civil para volver a incorporarse, finalizada ya la contienda.

En 1943 tiene lugar un acontecimiento que cambiará su situación drásticamente, fallece su padre y con ello la familia queda económicamente desamparada, por lo que Espinosa se ve obligado a hacerse cargo de las representaciones comerciales del padre.

Miguel Espinosa ya sentía por esta época una creciente vocación literaria que comienza a plasmar en el papel al tiempo que trabaja en los negocios paternos.

En 1944 finaliza el Bachillerato y emprende la carrera de Derecho en la Universidad de Murcia, donde pronto adquirirá fama de alumno rebelde.

 

El 3 de noviembre de 1951 contrae matrimonio con Teresa Artero Aréu, joven aprendiz de modista que había conocido tiempo antes y con la que tendrá dos hijos: Juan y Maravillas.

Por esta época ya había escrito Espinosa algunos ensayos y la novela Prometeo encadenado, y en 1954 decide comenzar a escribir la primera versión de la que sería su obra más emblemática, Escuela de Mandarines, que tras diversas versiones y revisiones sería publicada en 1974.

 

El año que comenzaba a escribir la novela, Espinosa conoce en el Café Santos a la que fue su musa de inspiración, una joven estudiante de químicas llamada Mercedes Rodríguez García, que encarnará a diversos personajes femeninos de su obra, entre ellos el de la mítica Azenaia Parzenós de Escuela de Mandarines.

Etapa madrileña

Mientras redondea la primera versión de Escuela de Mandarines, Espinosa se embarca en otros trabajos, como Reflexiones sobre Norteamérica, que sale a la luz en 1957, año en el que  agobiado por las estrecheces económicas de su familia decide trasladarse a Madrid en 1961 en busca de mejor fortuna. Allí trabaja Espinosa en empresas de exportación que irán recuperando su maltrecha economía, simultáneamente a que también entra en contacto con intelectuales de referencia en la época como Enrique Tierno Galván, Ridruejo, Aranguren, etc., aunque pronto se alejará de ellos y de todo el ámbito artístico e intelectual.

En su etapa madrileña, Espinosa continúa escribiendo y construye dos nuevas obras: Asklepios, que permanecerá inédita hasta 1985, y Forma y revelación del mundo (Filosofía de elucidaciones).

Una vez que su economía ya se encuentra restablecida pide traslado a Murcia en 1964 donde comienzan los mejores años de la vida del carismático escritor.

Regreso a Murcia

En esta nueva y feliz etapa de su vida, Miguel Espinosa escribe la tercera y definitiva versión de Escuela de Mandarines, al tiempo que va abandonando los negocios de exportación por la asesoría jurídica, lo que le deja mayor porción de tiempo a su verdadera vocación, la escritura.

Con Escuela de mandarines finalmente terminada, Espinosa, no sin dificultades, consigue que la editorial barcelonesa Libros de la Frontera se la publique en 1974. Decisión de la que no se arrepentiría la vacilante editorial, ya que la novela un año después será premiada con el Premio Ciudad de Barcelona.

En 1980 publica Espinosa La Tríbada falsaria, primera parte de lo que sería su libro Tríbada. Theologiae Tractatus, propiciando un gran revuelo en Murcia, parejo a la gran estima literaria con la que sería acogida la obra.

El 1 de abril de 1982 fallecía Miguel Espinosa víctima de un infarto de miocardio.

Galardones

  • Premio Ciudad de Barcelona (1975).

Obra

  • Las Grandes Etapas de la Historia Americana (Bosquejo de una Morfología de la Historia Política Norteamericana), (1957), reeditado como Reflexiones sobre Norteamérica
  • Escuela de Mandarine] (1974, Premio Ciudad de Barcelona).
  • La tríbada falsaria (publicado en 1980).

Obra póstuma

  • La tríbada confusa (publicado en 1984).
  • Tríbada. Theologiae Tractatus, (publicado en 1987, edición conjunta de La tríbada falsaria y La tríbada confusa).
  • Asklepios, el último griego (publicado en 1985).
  • La fea burguesía (publicado en 1990).
  • Canciones y decires (publicado en 2004).
  • Historia del Eremita (publicado en 2012). Alfaqueque Ediciones.

 

Fuentes:

www.es.wikipedia.org

www.miguelespinosagirones.es

www.regmurcia.com

www.elpais.com

www.laopiniondemurcia.es

 

PALACETES EN CARAVACA DE LA CRUZ. LA CALLE DE LAS MONJAS

En esta ocasión hablaremos de una calle muy especial de Caravaca de la Cruz, La Calle de Las Monjas.

Los turistas y visitantes que lleguen hasta la ciudad no pueden irse sin haber pasado por esta larga y recta Calle. Enseguida, se entenderá el motivo.

Y es que la citada calle se encuentra rodeada de un importante patrimonio como: la Plaza del Arco, el inicio de la Cuesta del Castillo (antigua puerta de Santa Ana por la que se accedía a Caravaca de la Cruz), la imponente Parroquia del Salvador (S. XVI – XVIII), el Teatro Thuiller, el Barranco de San Jerónimo, el Puente Uribe, el Mueso de la Fiesta, ubicado en el Palacio de los Uribe (s. XVI). Lugares y edificios merecederes de detenerse con calma sobre ellos, ningún turista debería perdérselos.

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Además, esta Calle facilita la unión de dos zonas de Caravaca, el núcleo o centro urbano con una zona más elevada, el barrio de San Francisco, del que ya hablamos en ocasiones anteriores (recoge la Plaza de Toros (fachada neomudéjar y Ermita de la Reja).

Sin embargo, para despertar nuestro interés no es necesario recurrir a los edificios y zonas que la rodean, la propia Calle en sí, está llena de encanto gracias a los distintos palacetes y casas solariegas que la conforman de principio a fin.

Se trata de una calle con solera, durante los siglos XVII y XVIII fue una calle señorial.Image Habitada por nobles e hidalgos, que construyeron  palacetes y casas solariegas, en cuyas fachadas aún se exhiben vistosas rejas y escudos heráldicos, que a modo de sello nos indican las familias que vivieron en ellas. Entre esos nobles vecinos se encontraban algunos intelectuales como el escritor Miguel Espinosa, el historiador Martín de Cuenca Fernández – Piñero.

ImageDurante el barroco fue conocida como “Calle de los Melgares”, porque en la misma vivieron varias generaciones de esta noble familia.

En la actualidad todo el mundo se refiere a ella como “Calle de las Monjas”, debido a que alberga el Monasterio –  Iglesia de Santa Clara (s. XVII) habitado por monjas clarisas de estricta clausura y construido sobre la antigua Ermita medieval de San Bartolomé.

Algunas de estas casas señoriales se utilizan como infraestructuras que albergan, organismos públicos como la Oficina Municipal de Turismo, ubicada en un antiguo palacio del que se conservan fachada, balcones y escudos heráldicos o el Centro Internacional de Estudios de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca, ubicado también en un bonito palacete.

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